Estamos en un momento no especificado de los años 40. La ciudad de Orán se encuentra en la Argelia francesa, y se la describe como muy ordinaria, o incluso intrínsecamente fea. En efecto, Orán no es más que una ciudad mercante sin árboles, jardines ni palomas. Es un lugar que parece no tener características particulares, y por lo tanto, no se presta a los hechos extraordinarios que están a punto de ser relatados.
Orán también se caracteriza por un clima bastante inhóspito: sus primaveras casi pasan desapercibidas y sus veranos son muy calurosos. Sus habitantes le dan mucha importancia al trabajo y los negocios, con el único fin de ganar dinero. Por las noches y durante los fines de semana se dedican a placeres simples, como nadar en el mar, ir al cine o beber en el bar. Si te enfermas en Orán, corres el riesgo de deprimirte fácilmente en esa ciudad tan aburrida, donde todo invita a la rutina más monótona.
La historia comienza con uno de los protagonistas, el doctor Bernard Rieux, quien encuentra un ratón muerto en el descanso del condominio. El señor Michel, el portero del edificio, se queja porque cree que se trata de una mala broma. Es el 16 de abril, y ese día, Rieux acompaña a su mujer a la estación. Está gravemente enferma y viaja hasta un pueblo cercano para que la atiendan. Los esposos se saludan con melancolía. Rieux le promete que las cosas estarán mejor cuando regrese. Ella le sonríe, pero luego se le escapa una lágrima antes de que parta el tren.
La situación de las ratas se vuelve cada vez más preocupante. En poco tiempo, miles de ellas empiezan a salir de sótanos y alcantarillas, se desploman y mueren en las calles, en los rellanos de las viviendas y en las terrazas de las cafeterías. Los periódicos locales comienzan a prestar atención al hecho y se preguntan si el gobierno está haciendo lo suficiente para solucionar este problema bastante repugnante, que está fuera de control y cuyo origen es del todo incierto. El 25 de abril, la radio local Infodoc anuncia que se recolectaron más de 6 200 ratas muertas en un solo día. Al día siguiente, ya son 8 000. La gente comienza a preocuparse seriamente, pero el día sucesivo los números bajan drásticamente. Todos se calman y simplemente lo toman como un episodio bastante extraño.