Desde tiempos inmemoriales, magos y astrólogos han intentado convencer a las personas de que ellos son capaces de predecir el futuro y que pueden leer el destino del ser humano.
El hecho sorprendente es que muchas veces, a pesar de la inexactitud, estas profecías se hacen realidad. Y no se trata de suerte o coincidencia, no. Hay algo realmente misterioso detrás de las profecías, que no tiene nada que ver con la capacidad de predecir el futuro. Es más bien una cuestión de crearlo, de notar cómo una predicción pueda hacerse realidad.
Una profecía tiene el poder para autorrealizarse, independientemente del hecho de que tenga sentido o bases científicas: el simple hecho de expresarla puede materializarla. Y esto sucede en campos bien diferentes, que van desde la vida amorosa de las personas, hasta la evolución de los mercados internacionales, pasando por el rendimiento escolar y la salud de las personas. Ciertas predicciones pueden determinar realmente nuestro destino. ¿Pero cómo es posible que una previsión sin fundamento produzca efectos reales? Supongamos que el oráculo (aquel que es capaz de predecir lo que sucederá) no está en el mundo externo, sino que está en nuestro interior: todos nosotros, sin darnos cuenta, hacemos predicciones constantes sobre nuestro futuro y nuestro cerebro es la máquina predictiva más potente.
Delfos, situado en la antigua Grecia, es el oráculo más famoso. Las personas que querían conocer el propio destino se consultaban con él, convencidos de que este estaba escrito y era inevitable. Un ejemplo de profecía que se autorrealiza es la historia de Edipo Rey (presente en la tragedia de Sófocles). Cuando el oráculo le comunicó a Edipo que en su destino estaba escrito que cometería dos delitos (homicidio del padre e incesto con la madre), hizo lo más sensato que se le ocurrió, es decir huír lejos de sus padres. Sin embargo, precisamente escapando para evitar la desafortunada profecía, Edipo se manchó las manos con los delitos que no quería cometer (en realidad los padres de los que huía no eran sus verdaderos padres). Edipo dio crédito al oráculo y llevó a cabo acciones bien precisas para evitar que se realizara la predicción; si no hubiese existido la profecía, no habría cometido los delitos. Si no hubiera confiado en el oráculo, seguramente Edipo habría continuado viviendo sin haber causado una tragedia. La profecía se convierte en un elemento que altera el curso de los eventos, por el simple hecho de que la persona la considera verdadera y realiza una serie de acciones para combatirla.