No hay organismos en el mundo que sean tan elogiados (o detestados) como los hongos, que sin embargo son fundamentales para la vida en la Tierra. Forman parte de un reino que no se estudia tanto como el animal o el vegetal. Veamos de qué se trata.
Los mohos mucilaginosos de Physarum polycephalum son expertos en resolver problemas. Cuando se enfrentan a un laberinto, pueden comparar diferentes líneas de acción y determinar cuál es la salida más eficiente.
Un grupo de investigadores japoneses hizo un experimento en el que liberaron mohos mucilaginosos Physarum dentro de algunas placas de Petri con una forma similar al área metropolitana de Tokio. Se usaron copos de avena para delimitar los principales centros urbanos, lo cual el hongo podía utilizar como alimento. Por su parte, los obstáculos se representaron con luces brillantes y montañas. Después de solo un día, el moho encontró su camino más rápido a través de la avena, y sorprendentemente, su red parecía ser casi idéntica al sistema ferroviario de Tokio.
Si el Physarum es capaz de moverse a través de su entorno y tomar decisiones, a pesar de que no tiene cerebro ni sistema nervioso central, significa que tiene una inteligencia y que es completamente diferente a la de los humanos.
Los hongos son una forma de vida que se basa en una red conformada por un conjunto de estructuras filamentosas, llamadas hifas. A medida que crecen, las hifas se ramifican y se enredan entre sí, con lo que forman una red muy densa que se conoce como micelio.
Las hifas también crean estructuras especializadas, como los cuerpos fructíferos, cuyo propósito es, entre otros, dispersar esporas reproductivas. Las redes de micelio son como un enjambre de vértices de hifas, y cada vértice trabaja de manera individual. No hay un líder o un centro de mando. Al mismo tiempo, todos los vértices de las hifas están interconectados, y de hecho es imposible demoler una red de micelio de a una hifa a la vez. Y lo más asombroso es que, aunque el micelio quede reducido a un solo tubo, toda la red se volverá a regenerar. Esto significa que el micelio es una sola entidad, y una multitud de individuos a la vez.
Este concepto es muy importante para los seres humanos, y deberíamos poder definir más fácilmente los límites de nuestro yo individual, porque, en teoría, terminamos donde termina nuestro cuerpo. Pero ese no es el caso.
Nuestros cuerpos contienen comunidades enteras de bacterias, microbios, genes y células obtenidas o heredadas de diferentes fuentes. Sin ellos nos enfermaríamos, o incluso moriríamos. Es probable que los humanos, al igual que los hongos, seamos comunidades de vida individuales y al mismo tiempo colectivas. Tal vez deberíamos reevaluar el concepto de individualidad y autosuficiencia.