El trabajo en equipo es un aspecto estratégico en cualquier tipo de organización. Saber gestionar un equipo y sus miembros es una tarea que nunca se tendría que descuidar y que requiere muchos conocimientos que a nivel teórico se presentan en modo bastante sencillo, mientras que en la práctica pueden resultar difíciles de aplicar. Esto ocurre porque los equipos están compuestos por personas, que nunca son perfectas y tienen defectos que pueden afectar al equipo.
De hecho, existen cinco disfunciones que pueden perjudicar el trabajo de un equipo, y que se han identificado a pesar de las diferencias del sector en el que operan las organizaciones o su dimensión.
La número cinco es la ausencia de confianza. Los miembros de un equipo que no admiten sus errores ni sus debilidades delante de los colegas, construyen un terreno inestable para el equipo.
La ausencia de confianza genera la disfunción número cuatro, que es el miedo al conflicto: en este caso nunca se produce un debate apasionado y las ideas no se expresan con sinceridad. No quiere decir que los miembros del equipo no discutan entre ellos: a veces lo hacen, incluso de manera acalorada, pero al final prevalece la voluntad de no desagradar a los demás. Cuando en un grupo falta el componente sano del conflicto, también se resiente el esfuerzo para lograr los objetivos colectivamente.
De hecho, la tercera disfunción es precisamente el esfuerzo, debido a que las personas no logran trabajar desde el corazón. La disfunción número dos está presente en todos los equipos en los que las personas eluden sus responsabilidades. Nadie se esfuerza realmente y existe una dificultad evidente para comunicarse con los colegas, incluso cuando se identifican errores o fallos. Por último, en primer lugar encontramos el logro de los resultados, que es inevitable a partir del momento en el que cada miembro del equipo prioriza sus necesidades individuales sobre las colectivas.