En el curso de nuestra existencia, con frecuencia nos tenemos que relacionar con una larga lista de personas cuyo único objetivo pareciera ser hacernos la vida imposible. Pueden ser agresivos o pasivo-agresivos, pero generalmente son verdaderos especialistas en jugar con las emociones de los demás: saben cómo confundir y enredar a la gente en una fina red de dramas que ellos mismos han creado.
Por lo general ignoramos las causas de las malas acciones y de los comportamientos que a menudo nos sorprenden. Aunque la realidad es que los seres humanos viven la mayor parte del tiempo en la superficie, reaccionando emocionalmente a lo que las personas hacen y dicen. Si se llegara a entender en profundidad las raíces del comportamiento humano, sería mucho más difícil lograr “salirse con la suya”, incluso para los tipos más destructivos.
Asimismo imaginar que no siempre estamos en plena posesión de nuestra facultades y por lo tanto que no tenemos el control total de nuestras acciones, es un pensamiento inquietante, pero efectivamente es la realidad. Pensemos en el conjunto de estas fuerzas que tiran y empujan a los seres humanos de una parte a la otra de sus extremos emotivos, como una naturaleza humana colectiva.
Para lograr ser expertos conocedores de esta naturaleza humana debemos ser observadores atentos; es necesario tomar distancia para comprender mejor las situaciones sin involucrarnos demasiado emocionalmente y saber aprender del pasado, o mejor, de los grandes personajes del pasado, ya sea de la historia que de la filosofía y la literatura.
Basta pensar en la penetrabilidad de las emociones humanas, que se ha intensificado debido a las redes sociales, donde los efectos virales afectan continuamente en el estado de ánimo de las personas y donde los líderes más hábiles de la manipulación de las mentes son capaces de aprovecharse y controlar a sus seguidores.
A fin de cuentas el concepto es sencillo: la naturaleza humana es más fuerte que cualquier tipo de individualismo, institución e invención tecnológica. Es lo que da forma a lo que creamos reflejándose en cualquier manifestación del hombre y mueve a los seres humanos como si fueran peones.
Por esta razón es necesario ser hábiles conocedores de las leyes de la naturaleza humana: en primer lugar porque conociéndolas nos transformamos en observadores tranquilos y estratégicos de las personas que nos rodean, ayudando de esta manera a liberarnos de los dramas innecesarios. En segundo lugar porque nos convertimos en descifradores de las señales que las personas lanzan continuamente, haciendo posible un mejor juicio del carácter. En tercer lugar, conocer las leyes de la naturaleza humana nos permitirá aislar y alejar a las personas con tipologías tóxicas que inevitablemente encontraremos en nuestro camino y que normalmente causan un daño emocional a largo plazo. En cuarto lugar, las leyes de la naturaleza humana también podrán indicarnos cuáles son los verdaderos instrumentos para motivar e influenciar a las personas, haciendo que nuestra trayectoria vital sea más sencilla. En quinto lugar, entenderemos cuán a fondo en cada uno de nosotros operan las fuerzas de la naturaleza humana, dando a todos la posibilidad de modificar los modelos negativos. En sexto lugar, el conocimiento de las leyes de la naturaleza humana nos permitirá transformarnos en individuos más empáticos, creando vínculos más profundos y satisfactorios con las personas que nos rodean. En último lugar, el conocimiento de las leyes de la naturaleza humana forjará nuestra manera de ver nuestro potencial, dándonos cuenta de la existencia de una personalidad más elevada e ideal que nos está esperando.