Leonardo Del Vecchio nació en 1935, en Milán. En 1991 se hizo famoso por ser "el hombre más rico de Italia", ya que había acumulado una fortuna personal de más de 30 000 millones de dólares, a pesar de que había comenzado desde el punto más bajo de la escala social. En 1961, en Agordo, provincia de Belluno, fundó Luxottica, una pequeña fábrica que luego pasó a ser líder absoluto en el sector de la óptica a nivel mundial.
Era el hijo menor de una familia de migrantes de otra región italiana que habían ido a probar fortuna en el norte de Italia, y creció en una casa pobre en las afueras de Milán. Del Vecchio no conoció a su padre, ya que había muerto antes de su nacimiento debido a una neumonía fulminante. Su madre trabajaba como obrera, y no sabía con quién dejar al pequeño Leonardo durante el día, por lo que lo llevó al orfanato Martinitt cuando tenía siete años. Este lugar era un seguro de vida para los niños de la calle. El reglamento era duro, la disciplina era férrea, y la filosofía de vida del internado forjó al joven Leonardo: no importa si eres hijo de alguien o si empiezas con desventaja; si tienes fuerza de carácter y perseverancia, llegarás lejos y tendrás éxito. La perseverancia marca la diferencia, y se puede practicar desde una edad temprana. No es casualidad que algunos estudiantes del Martinitt (como Edoardo Bianchi y Angelo Rizzoli antes de Del Vecchio) se hayan convertido en algunos de los empresarios italianos más importantes y visionarios del siglo XX.
Leonardo abandonó sus estudios en el quinto grado, y siempre sintió un gran pesar por no haber podido completarlos. A los catorce años dejó el colegio y comenzó a trabajar, obsesionado con la idea de construir un negocio propio, sin tener que depender de nadie. Encontró trabajo como aprendiz en Johnson, en Porta Nuova, donde estudió cómo se hacían los moldes para las medallas. Se convirtió en un hábil grabador y moldeador, aprendiendo con la práctica, y por las noches estudiaba en la Academia Brera, donde lo habían inscrito los "dueños" de la empresa Johnson en cursos de dibujo y grabado, debido a sus habilidades. Esos tres años y medio en la escuela de Brera cambiaron su destino, ya que, gracias al grabado, pudo entrar en contacto por primera vez con las monturas de los anteojos. A sus manos llegaron unos marcos de aluminio, en los que tenía que grabar frisos en las patillas. Del Vecchio intuyó que el sector tenía potencial, y se graduó como grabador en Milán. Hacer bien el propio trabajo, sea el que sea, y ser el mejor, era uno de los pilares de la filosofía de vida del futuro “Míster Luxottica”, un pensamiento lineal y sin mucha parafernalia. Tan pronto como veía una oportunidad de crecimiento, la tomaba y seguía adelante.