Elon Musk tiene un sueño: ir a Marte, o mejor dicho, quiere construir un verdadero asentamiento humano en la superficie del planeta rojo que sea autosuficiente. Más que un sueño, es como si sintiera algo dentro de sí mismo que lo empuja inexorablemente hacia esta enorme y visionaria meta. De hecho, desde hace algún tiempo, afirma que, si la humanidad quiere ganarse la posibilidad de tener un futuro a largo plazo, necesariamente tiene que expandirse hacia otros mundos, y Marte es el mejor lugar para comenzar. Así fue como nació SpaceX, siguiendo esta visión. Al principio, fue una simple empresa emergente que contaba con un puñado de empleados que trabajaban en un almacén casi vacío, pero menos de dos décadas después se convirtió en la primera empresa totalmente privada en lanzar su propio cohete al espacio.
Era el final del año 2000. Elon Musk tenía menos de treinta años y ya había recorrido un largo camino. Oriundo de Sudáfrica, desde su llegada a Estados Unidos una década antes había logrado graduarse en economía y también en física, y ya había cofundado dos empresas exitosas: Zip2 y Paypal. Su objetivo seguía siendo ayudar a la humanidad a viajar al espacio y llegar a Marte, por lo que desde hacía algún tiempo había comenzado a estudiar mucho sobre ingeniería aeroespacial y el funcionamiento de los cohetes. Al mismo tiempo, supo de las deficiencias que existían en la industria aeroespacial estadounidense y a nivel mundial, que padecía problemas económicos y organizativos. Musk comprendió que en esta área era prioritario bajar los costos relativos a la fase del lanzamiento. Si la NASA y las empresas privadas podían gastar menos dinero para enviar satélites al espacio, entonces podrían hacerlo con más frecuencia, lo que haría que el comercio aumentara y que se abrieran muchas oportunidades interesantes. Además, en ese momento ya estaba en marcha la transformación digital, que estaba acelerando todos los procesos. Pero, a pesar de esto, parecía que la industria aeroespacial estaba siempre un paso atrás: las empresas estadounidenses y rusas todavía utilizaban tecnologías que tenían décadas de antigüedad para lanzar cohetes al espacio y los precios seguían aumentando. Parecía que todo iba en sentido contrario al progreso, razón por la cual Musk decidió fundar SpaceX.
Sin embargo, era consciente de que no iría a ningún lado sin el apoyo de un equipo que estuviera conformado por las personas adecuadas. Así, entrevista tras entrevista, Musk fue en busca de ingenieros brillantes y creativos que supieran trabajar con dedicación en su objetivo y que pudieran ayudarlo a hacer posible lo imposible. Durante las entrevistas, una de sus tácticas era hacer preguntas extrañas que confundieran al candidato para poder observar su reacción. Sin embargo, luego de encontrar a la persona que podría ser la indicada, a Musk también le gustaba compartir su visión de SpaceX, cuyo objetivo era hacer que la humanidad se convirtiera en una auténtica civilización viajera por el espacio.