La ciencia es nuestro pasaje hacia el futuro. Todos los días se producen importantes progresos en la comprensión del universo, como el desarrollo de tecnologías que pueden mejorar nuestras vidas o los avances médicos cuyo objetivo es extender la vida de todos.
Gracias a la ciencia se han podido formular respuestas a muchas de las preguntas sobre el funcionamiento del mundo y se ha podido mejorar la calidad de vida de las personas. Por ejemplo, el descubrimiento de las vacunas permitió que se curaran enfermedades que de otro modo serían incurables. Ejemplos hay muchos, el problema es que no se puede explicar todo a través de la ciencia. Hay una parte desconocida del mundo que está destinada a permanecer oculta.
Otra verdad es que los nuevos descubrimientos que se suceden a lo largo del tiempo son en realidad una reelaboración de los descubrimientos anteriores. El tiempo es un aliado en este sentido ya que permite adaptar o mejorar las teorías que se desarrollaron hasta ese momento. Si pensamos, por ejemplo, en la evolución de un telescopio, notaremos una gran diferencia entre los primeros modelos y los actuales. Hoy, tras años de experimentos e intentos, hemos llegado a ver planetas similares a la Tierra.
Debemos ser conscientes de lo que sabemos y de lo que ignoramos para estar dispuestos a investigar con mayor profundidad. El secreto de un buen investigador científico es que es consciente de su propio conocimiento, y de hecho el verdadero desafío para un científico es emprender el viaje para aventurarse en el fantástico mundo de la exploración de lo desconocido. Lo que sabemos que no sabemos por lo general supera lo que sabemos que sabemos.
Para profundizar en el conocimiento, debemos comenzar diferenciando lo conocido de lo desconocido. La necesidad de llenar ese vacío de conocimiento hace que la ciencia esté en constante efervescencia. Solo así podremos encontrar las respuestas a muchos acertijos sin resolver.
En lo que respecta a lo desconocido, debemos saber que aún quedan muchas preguntas sin respuesta, algunas tan ancestrales como: ¿el universo es finito o infinito? ¿Hay otros universos infinitos paralelos al nuestro? ¿El espacio es finito o infinito? ¿Qué pasó antes del Bing Bang? ¿En qué parte de nuestro cerebro se encuentra la conciencia?
El hecho paradójico es que, cuanto más estudiamos, más grande se hace la brecha entre lo que conocemos y lo que es comprensible. Cuanto más aprendemos sobre el mundo que nos rodea, mayor comprensión tenemos de su complejidad, aunque no entendamos del todo sus mecanismos particulares. Así, cada nuevo descubrimiento científico amplifica el deseo de evolucionar hacia un mayor conocimiento, pero al mismo tiempo aumenta el número de preguntas, algunas de las cuales quedarán sin responder.
En cuanto a lo que sabemos, debemos recordar que nuestro conocimiento es limitado.
Partiendo de lo conocido, Marcus Du Sautoy llega a lo desconocido analizando 7 preguntas científicas sin respuesta. También establece límites que exploran cuestiones sobre física cuántica, partículas elementales o las partes más pequeñas de la materia, la cosmología, la inteligencia artificial y el estado de consciencia. Intenta proporcionar explicaciones para cada límite basadas en análisis científicos.
El primer límite que Du Sautoy identificó es el cálculo de probabilidades, y lo hizo a través de un dado que rueda sobre una mesa para introducirnos en la teoría del Caos.
El segundo límite está relacionado con la física cuántica a través del sonido de un violonchelo, que nos lleva a investigar la naturaleza del Quark.
En el tercero explora la mecánica cuántica y el papel crítico del observador.
En el cuarto límite analiza la forma del universo y su finitud en particular.
El quinto se refiere al tiempo, la relatividad, las diversas formas posibles de tiempo, la aleatoriedad y los agujeros negros a partir de un reloj de pulsera.
El sexto límite corresponde a la conciencia del hombre, un tema difícil por la imposibilidad de aislar la subjetividad y el evidente riesgo de caer en una autorreferencia excesiva.
El séptimo y último límite se refiere a las fronteras del conocimiento en matemáticas.
La ciencia del futuro es donde quizás se den respuestas a estas y otras preguntas. La historia nos enseña que muchas cuestiones que parecían irresolubles se comprendieron a lo largo del tiempo. Aún sigue habiendo muchas limitaciones, pero es posible que se resuelvan en el futuro.