Todos hemos vivido la experiencia de dar un paso más cuando ya estamos completamente cansados. Podemos hacerlo porque somos capaces de activar y recurrir a nuestros recursos ocultos, es decir, las habilidades y la fuerza que tenemos guardadas. Gracias a ellas podemos levantarnos de nuevo cada amanecer, tomar otro avión o escribir otro texto. Se trata literalmente de seguir adelante aún cuando estamos exhaustos. Este comportamiento es altamente perjudicial en términos de salud física y mental, por lo que solo debería reservarse para ocasiones realmente imprescindibles, pero sucede lo contrario e incluso podría llegar a ser la normalidad de una existencia ocupada y abrumada por las expectativas y presiones. La forma correcta de vivir incondicionalmente no es renunciar a estos recursos y negarse a usarlos, sino aprender a reaccionar de otra manera ante las presiones. Debemos elegir y discernir, y apoyarnos en la reflexión, que nos ayuda a recuperar la claridad, para que podamos comprender la situación y tomar las medidas oportunas, porque a veces somos nosotros mismos los que nos obligamos a seguir una rutina que nos lleva al agotamiento debido a la forma en que sufrimos lo que sucede, en lugar de reaccionar y cambiar radicalmente nuestro enfoque.
Siempre es posible actuar de manera reflexiva e "incondicional". Este es un ejemplo fácil de comprender porque es muy común: cuando nos damos cuenta de que estamos perdiendo el tiempo navegando en internet, sabiendo perfectamente que debemos trabajar, tendemos a adoptar una actitud crítica que nos hace sentir culpables, pero no logramos encontrar la fuerza para dejar de hacerlo. Podemos intentar cambiar las cosas reconociendo que en ese momento navegar por la red es exactamente lo que queremos hacer y darnos un tiempo determinado antes de cerrar el navegador y hacer otra cosa. De esta forma, además de reducir el sentimiento de culpa, obtendremos un descanso relajante a cambio del tiempo dedicado que después nos permitirá hacer bien nuestro trabajo.