Hasta hace unos años, la ansiedad no era un problema particularmente presente entre los adolescentes. Podría decirse que es un fenómeno de los últimos años, y la realidad es que es un problema, porque la ansiedad afecta la vida de los miembros de una familia, tanto hijos como padres. Es un problema que afecta a todos, ya que los jóvenes se sienten incomprendidos y desubicados en el mundo, y los padres se sienten impotentes y preocupados por el destino de sus hijos. La sensación de impotencia de ambos es lo que los impulsa a buscar ayuda profesional. La tarea del psicólogo o psicóloga es escuchar, y su papel es de importancia primordial porque invitan al paciente a verbalizar, es decir, encontrar las palabras correctas para describir su malestar. No es casualidad que el consultorio del profesional también se llame "la habitación de las palabras", el lugar donde el temor, la ansiedad y la angustia se traducen en palabras. Es el lugar que cura, sugiere Andreoli, porque "aquello que no podemos decir, nos enferma".
Pueden existir muchas razones por las cuales un adolescente de repente se sienta incómodo en el ambiente en el que vive, a lo cual hay que añadir que la sociedad actual es muy diferente de la de nuestros padres y abuelos. Algunos de los factores que hacen detonar la ansiedad en los jóvenes son: una fuerte competitividad, los modelos inalcanzables de éxito y, a veces, una situación económica que cambia constantemente.
Por lo tanto, puede suceder que los jóvenes se preocupen por la inestabilidad económica de los padres dando un paso atrás y eligiendo no expresar sus necesidades para no sobrecargarlos. Por otro lado, los padres de hoy hacen de todo para satisfacer a sus hijos, y hacen sacrificios para cumplir con sus deseos.
Así, padres e hijos se protegen mutuamente, en un intercambio constante de roles. Los padres, y en especial el padre, han dejado de ser figuras autoritarias que definen las reglas. En este sentido, el padre se ha suavizado, gracias a que aprendió a usar el diálogo como un medio para evitar los conflictos.
En un intento por darles todo, estos padres han llenado a sus hijos de "demasiadas" cosas. Eso también genera ansiedad. Por lo tanto, la ansiedad se manifiesta como una señal de alarma que viene a despertarnos y hacer que nos demos cuenta de ese exceso.