En 2018, Abby Wambach, leyenda de la selección nacional estadounidense de fútbol femenino y atleta olímpica, pronunció el commencement speech —el discurso que da una celebridad a los estudiantes recién graduados durante la ceremonia de graduación— en el Barnard College, una universidad privada de Nueva York donde se enseñan artes liberales. Como todo discurso que tenga la tarea de acompañar e incentivar a las mentes jóvenes en la transición entre la juventud y la edad adulta, el tema era definir qué caracteriza una vida digna de ser vivida y cómo lograrla. Abby Wambach decidió enfocar su commencement speech en algunos temas de su interés, además del deporte: la igualdad de género, la necesidad de paridad salarial entre géneros, derechos LGBT+ (sigla que se utiliza para indicar colectivamente la comunidad lesbiana, gay, bisexual, transgénero, queer e intersexual) y liderazgo femenino. Lo que logró fue ofrecer un mensaje para todas las mujeres del mundo: es necesario dejar de seguir las viejas reglas para cambiar una nación como los Estados Unidos de América, dividida como nunca antes en su historia debido a la injusticia, la supremacía blanca, la misoginia, la ira y la apatía.
Según Abby Wambach, todas las mujeres forman parte de una manada, al igual que los lobos. Esta idea se le ocurrió mientras veía un documental sobre la reintroducción de los lobos en el parque nacional de Yellowstone. Tras siete años de ausencia, en 1995 se reintrodujo una manada de lobos en ese lugar. La decisión se tomó, no sin temor, para contrarrestar el empobrecimiento de la vegetación del parque. De hecho, la falta de lobos había provocado el crecimiento exponencial de animales herbívoros, especialmente los ciervos. Y esto, a su vez, había provocado una drástica reducción de la vegetación, tan grande, que se habían erosionado las márgenes de los cursos de agua. La situación cambió radicalmente cuando los lobos reaparecieron, no tanto porque el número de ciervos disminuyera, sino principalmente porque su comportamiento cambió. De hecho, para evitar a los depredadores, los ciervos dejaron de frecuentar lugares abiertos como los valles, lo que permitió que la vegetación volviera a crecer sin obstáculos. El resultado fue una reacción en cadena que permitió que otras especies animales —como castores, nutrias, cuervos, águilas y osos— repoblaran estos lugares. En definitiva, todo el ecosistema se regeneró simplemente reintroduciendo a los animales que están en el escalón más alto de la cadena alimenticia.
Al igual que con los lobos, hoy en día las mujeres son vistas erróneamente como una amenaza; en realidad, pueden ser las salvadoras de nuestra sociedad.