Siempre han existido personas viviendo de manera itinerante: nómadas, vagabundos, sin techo o simplemente almas inquietas. Sin embargo, hoy en día se está creando un nuevo tipo de tribu errante en Estados Unidos. Personas que nunca imaginaron convertirse en nómadas están emprendiendo este estilo de vida, como el ex taxista de San Francisco que descarga camiones llenos de remolacha azucarera, el ex vicepresidente de McDonald's que perdió su casa y ahora vende cerveza y hamburguesas en partidos de béisbol, o el ex ejecutivo de software que perdió sus ahorros en la crisis de 2008, quedó sin casa después de su divorcio y ahora vive con su perro en un Airstream de 1990 y trabaja en un almacén de Amazon. También hay nómadas que cosechan frambuesas en Vermont, manzanas en Washington y arándanos en Kentucky, o vigilan las entradas de los campos petroleros de Texas. Algunos perdieron sus ahorros con malas inversiones, o bien sus fondos de pensiones se evaporaron con la caída del mercado de 2008. Otros no habían creado una red de seguridad que pudiera soportar situaciones traumáticas como un divorcio, enfermedades o lesiones. Algunos fueron despedidos, mientras que un pequeño porcentaje (el de los más jóvenes) no pudo encontrar el trabajo para el que había estudiado, a pesar de su formación académica. Son personas que renunciaron a sus viviendas para vivir en furgonetas, autocaravanas y casas rodantes, porque no quieren tener que elegir entre comida y cuidado dental, o pagos de hipoteca y préstamos estudiantiles. Algunos los llaman "sin hogar", pero los nuevos nómadas rechazan esa etiqueta, ya que tienen un hogar y un medio de transporte, por lo que se refieren a sí mismos como "sin casa".
Muchos de ellos podrían confundirse con campistas jubilados sin ninguna preocupación. Después de todo, los vehículos en los que viven y viajan se llaman RV, por Recreational Vehicles. A menudo son personas de origen burgués o de clase media que se mimetizan con los demás en los cines o restaurantes cuando deciden darse el gusto de salir. Sin embargo, estas personas lavan su ropa en lavanderías y hacen un trabajo físico duro para mantenerse a sí mismos y sus medios de transporte. Son personas que están sobreviviendo en Estados Unidos, pero tanto para ellas como para los demás esto no es suficiente, y su elección de vida se ha convertido en un grito de guerra por una causa más grande. Necesitan esperanza, y en el camino la hay. Hay un sentido de la oportunidad, una convicción profunda de que vendrá algo mejor. Estas personas son capaces de sobrevivir en Estados Unidos gracias a la comunidad on the road, donde todos se ayudan mutuamente y aún pueden sentirse libres.