Idealmente, la finalidad de toda la industria del fitness es motivar a las personas a aprovechar al máximo su potencial mostrándoles lo que puede hacer el cuerpo humano cuando se encuentra en las condiciones adecuadas. Todos deberíamos ser conscientes de que el cuerpo es el único lugar en el que pasaremos el resto de nuestra vida, y que por ello debemos tratarlo de la mejor manera posible. Finalmente, al igual que con las finanzas, todos deberíamos saber aproximadamente el valor calórico de cada alimento, para poder combinar las distintas comidas teniendo en cuenta nuestro estilo de vida y las reuniones sociales.
Sin embargo, hoy en día lamentablemente la industria del fitness dista mucho de todo esto. El problema de fondo es que, en este sector, no hay grandes reglas a seguir, lo que hace que abunden los gurús improvisados y los falsos mitos sobre nutrición y actividad física. Y mientras tanto, cada vez más personas se enferman, y la tasa de obesidad entre adultos y niños va en aumento.
Cuando se trata de pérdida de peso entendida como pérdida de masa grasa, el único principio realmente efectivo al que se puede apelar es el déficit calórico. Sin embargo, la industria del fitness esconde este principio detrás de una serie de métodos, dietas y atajos (como la dieta cetogénica o el ayuno intermitente), para disfrazar el trabajo real que debemos hacer todos los días para mejorar nuestra condición física.
Todo esto sucede en un contexto en el que la grasa es vista como un mal absoluto, lo que hace que muchas personas se sientan obligadas a seguir dietas extremadamente bajas en grasas, cuando en realidad es un macronutriente fundamental para que nuestro cuerpo funcione bien. El objetivo de este libro es brindarle al lector las herramientas necesarias para defenderse de la sobreinformación y construir un estilo de vida adecuado que le permitan lograr sus metas de una forma sostenible y duradera.
Pero antes de hacer nada, es fundamental que nos enamoremos de nuestro objetivo, que debe ser más de rendimiento que de estética. De hecho, perder peso no significa verse mejor, sino tener la fuerza y la energía para correr con nuestros hijos en el parque o estar felices de subir las escaleras si el ascensor está lleno. Se trata de dejar de preocuparnos por lo que vamos a comer cuando salgamos a cenar con nuestros amigos, vestir lo que más nos gusta sin estresarnos y mirarnos al espejo con una sonrisa, en lugar de sentir lástima o culpa. Sin mencionar que perder grasa corporal reduce el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas graves, lo que protege nuestra salud física y mental.
Lo ideal sería tener una relación sana con la comida, que no nos genere vergüenza o inseguridad, y además que podamos tomar decisiones conscientes sobre alimentación, entrenamiento, estilo de vida y actitud. Es importante que comprendamos que subir y bajar de peso es un proceso cíclico y muy normal para cualquier persona, y que podamos retomar el rumbo a favor de nuestra autoestima, para que nos demos la oportunidad de sentirnos a gusto con nosotros mismos, tanto física como psicológicamente.