Década tras década y año tras año, asistimos a una mejora contínua de las prestaciones humanas. Sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, hemos visto un incremento permanente del tiempo que las personas dedican a practicar una disciplina, utilizando técnicas de entrenamiento cada vez más sofisticadas y produciendo constantemente mejores resultados.
Todo esto lo podemos ver en muchos sectores, como por ejemplo la danza, la música, el deporte o la medicina. Puede ser que de año en año esta mejora no sea perceptible, pero cuando la observamos después de un tiempo, resulta evidente.
La práctica expande las capacidades humanas, que parecen no tener límites y que pueden mejorar contínuamente. Esto ocurre porque nuestro cerebro y nuestro cuerpo son adaptables y capaces de crear, paso a paso, habilidades que antes nos parecían imposibles.
Estos descubrimientos son relativamente recientes y los profesionales que en el último siglo experimentaron extraordinarias mejoras en las prestaciones no los conocían. Poniéndolos a disposición de todos, su eficacia puede aplicarse a cualquier tipo de aprendizaje, desde el escolástico al profesional, en el sentido más amplio posible.
Los autores nos introducen el concepto de práctica deliberada, y lo confrontan al de práctica ingenua, que consiste simplemente en continuar haciendo algo, con la esperanza de que solo la repetición mejore las prestaciones.
La práctica deliberada nos motiva a hacer cosas que antes no sabíamos hacer simplemente esforzándonos de manera diferente, porque:
- tiene objetivos específicos, muy bien definidos. Por ejemplo, si somos estudiantes de música, un objetivo de nuestra práctica podría ser tocar una canción de inicio a fin, con la velocidad correcta, tres veces seguidas y sin cometer ningún error. Teniendo objetivos específicos, podemos evaluar la eficacia de la ejercitación;
- es focalizada: mejoramos cuando estamos completamente concentrados en lo que estamos haciendo, sin distracciones;
- requiere retroalimentación: necesitamos saber si estamos avanzando bien o no, y eventualmente entender dónde nos estamos equivocando;
requiere salir de la zona de confort: es el aspecto más importante porque la práctica deliberada parte del supuesto de que siempre todo se puede mejorar y por lo tanto nos empuja constantemente más allá de nuestros límites. Un pianista que durante años repite siempre las mismas canciones no solo no mejora, sino que además sus prestaciones empeoran con el paso del tiempo.