Cuando tenía poco más de 20 años, después de haberse graduado en la universidad de Stanford con un título en economía y pasar un año en el ejército, Phil "Buck" Knight regresó a casa de sus padres en Oregón. Estaba en ese punto de inflexión en el que un joven tiene que decidir qué hacer con su vida, pero Phil estaba buscando un sentido más profundo que un simple trabajo de oficina como contable.
De una cosa estaba seguro: quería que su vida estuviera llena de significado, que fuera creativa y que tuviera un propósito. Antes de tomar decisiones sobre su futuro quería conocer el mundo, por eso se fue de viaje durante un año a las islas Hawaii, Asia, Europa y África, manteniéndose con trabajos improvisados, como la venta de enciclopedias y seguros. En el transcurso de su viaje se enfrentó a las grandes cuestiones de la vida y decidió que la única manera viable para él era salirse del camino convencional. No quería trabajar para una gran compañía, y tenía la intención de hacer algo propio que fuese nuevo, dinámico y diferente.
Una idea seguía zumbando en su cabeza, era aquella "idea loca" que se remontaba a sus días como estudiante universitario. En ese momento, Phil se dio cuenta de que los autos japoneses se habían vuelto muy populares en Estados Unidos y, dada su pasión por los deportes y sobre todo por correr, tuvo la intuición de que los zapatos japoneses, de excelente calidad y menor precio, también podían tener mucho éxito en Estados Unidos. Después de meses de investigación, Knight presentó la idea en su proyecto final de carrera, pero nadie se mostró particularmente impresionado. Sin embargo, Phil no podía sacarse esta "idea loca" de la cabeza, con la profunda convicción de que había intuido una gran oportunidad. Por lo tanto, hacia el final de su viaje alrededor del mundo decidió detenerse en Japón para hablar con un fabricante local de zapatos. Era muy joven y no tenía ninguna experiencia empresarial ni comercial. Además, las relaciones entre Estados Unidos y Japón en la década de 1960 eran bastante delicadas. Lejos de estar seguro de lo que podía lograr —pero decidido a probar si era capaz de liderar el camino para su idea loca—, Knight se puso en contacto con Onitsuka, la empresa que fabricaba los zapatos Tiger, y consiguió una reunión.
Los gerentes de Onitsuka creyeron que Phil representaba a una empresa estadounidense consolidada. Cuando le pidieron el nombre, el primero que le vino a la mente fue "Blue Ribbon", en referencia a las cintas azules que daban a los deportistas ganadores en las escuelas. Sin embargo, a pesar de estas débiles premisas, Onitsuka vio una oportunidad y aceptó que Phil Knight distribuyera sus zapatos en Estados Unidos. Así nació oficialmente la compañía Blue Ribbon, que más tarde se convirtió en Nike. Phil hizo el primer pedido para que algunos miles de zapatos Tiger fueran fabricados y enviados a Estados Unidos. Cuando firmó el encargo no tenía el dinero para pagar, ni tampoco una idea de cómo conseguirlo, pero confió en su capacidad para encontrar una solución. Tomó prestado una pequeña cantidad de dinero de su padre y lo utilizó para importar los Tiger, que comenzó a vender en 1963 desde el baúl de su auto Plymouth Valiant.
Durante el primer año de trabajo —cuando Adidas y Puma ya eran grandes empresas consolidadas— Knight facturó ocho mil dólares. Hoy en día las ventas de Nike superan los treinta mil millones de dólares al año y han superado con creces las de sus competidores. A lo largo de su vida, Phil Knight se ha embarcado en nuevos retos y siempre ha tratado de averiguar cómo manejarlos sobre la marcha, mientras avanzaba. Nunca ha esperado a estar listo. Siempre ha confiado en su capacidad para hacerlo, gracias a su fuerte vocación por el camino que tomó.