Según Steve Jobs, ser creativo no trata tanto de formular nuevas ideas, sino más bien de encontrar una nueva combinación de elementos ya existentes. Para hacerlo, necesitamos ejercitarnos para poder relacionar todo aquello que compone la realidad. De hecho, las personas más creativas logran encontrar conexiones entre contextos aparentemente distantes, es decir unen los puntos para utilizar una imagen más inmediata. Además lo hacen de una manera impredecible e ingeniosa. Por lo tanto, el autor se propone ilustrar casos en los que las personas han encontrado una idea brillante abriendo nuevos caminos y encontrando nuevas conexiones con los elementos que ya tenían a su disposición.
Una de las historias que narra empieza en un pequeño pueblo de Kent, Inglaterra. En el pueblo, el mayor problema eran los residuos. En la calle siempre había botellas vacías, envoltorios de caramelos, bolsas de papas fritas vacías... El dueño del negocio del lugar, cansado de esta situación, en vez de culpar a los niños, tomó una decisión muy original: cada vez que compraban algo en su tienda, escribía el nombre del comprador en el paquete. Fue así que en las bolsas de palomitas, las latas de Coca-Cola y los paquetes de galletas, empezaron a aparecer los nombres de los niños que compraban alimentos y bebidas. En poco tiempo las calles volvieron a estar limpias ya que al fin se empezaron a utilizar los cubos de basura. Nadie obligó a los muchachos a comportarse civilizadamente; lo hicieron de forma espontánea, porque no querían ver su nombre escrito en un pedazo de basura tirada en medio de un prado. El comerciante no tuvo que recurrir a amenazas ni reproches, sino que evaluó la situación general y tomó un camino alternativo, que sin duda fue todo un éxito.