Su padre pobre, que además es su verdadero padre, completó con éxito sus estudios, se especializó, y ahora es profesor, pero siempre tuvo problemas financieros. Decía que el amor por el dinero era la raíz de todos los males, que el dinero no contaba; afirmaba con frecuencia: "No me lo puedo permitir". Lo incitaba constantemente a estudiar para poder encontrar empleo en una buena empresa, evitando así los riesgos financieros. Se sentía pobre y lo decía.
Su padre rico, que es el padre de su amigo, nunca terminó la secundaria. Se convirtió en uno de los hombres más ricos de Hawai. Decía que la falta de dinero era la base de todos los males, y que el dinero era poder. Le prohibió decir que no podía pagar algo, y lo forzaba a preguntarse: "¿Cómo puedo pagarlo?". Lo animó a estudiar mucho para encontrar y comprar una buena empresa, aprendiendo a administrar el riesgo. Si atravesaba períodos difíciles, decía que estaba en quiebra, porque lo consideraba una condición temporal, no una situación permanente.
Ambos fueron fuertes, carismáticos y escuchados, exitosos en su trabajo, que siempre realizaron con gran dedicación. Pero sus consejos sobre el dinero discrepaban significativamente.
Tener dos padres lo obligó a reflexionar, sin rechazar a priori sus ideas, pero tratando de entender cuáles eran las más apropiadas para el. El problema es que la educación financiera no es un tema escolar, no existe una asignatura denominada "dinero". El dinero es una forma de poder, pero aún más poderosa es la educación financiera. Kiyosaki aprendió seis lecciones que vamos a seguir ilustrando en este libro.