A todos nos ha pasado que dormimos poco o que nuestro descanso se vio interrumpido, por lo que al día siguiente nos sentimos cansados, agotados y nerviosos. Esto sucede porque el cuerpo no tiene suficiente energía disponible, por lo cual no puede funcionar de manera efectiva durante el día. Dormir es una necesidad humana básica, y como tal, afecta fuertemente nuestro rendimiento. Descuidar el sueño en detrimento de otras actividades genera un círculo vicioso en el que tratamos de hacer más aprovechando el mayor tiempo posible, pero en realidad tenemos un rendimiento menor.
Para que sea óptimo, es fundamental que nos enfoquemos en este aspecto de la vida diaria de un individuo, especialmente si se trata de un deportista profesional. Quienes practican un deporte a nivel competitivo a menudo se ven obligados a realizar un esfuerzo tan grande que podría afectar la calidad y la duración del sueño de forma negativa. Por ejemplo, los entrenamientos de natación suelen realizarse a primera hora de la mañana, lo que hace que el deportista duerma menos, y lo que es peor, que sienta cansancio incluso antes del entrenamiento.
La falta de sueño, o su mala calidad, puede acarrear problemas a largo plazo, como el aumento del tiempo de respuesta a los estímulos, cambios bruscos de humor, fatiga excesiva, depresión, confusión y envejecimiento prematuro. Por lo tanto, no solo importa la cantidad de tiempo que pasamos durmiendo, sino también la calidad, es decir, cómo dormimos. Dormir poco (y mal) también puede provocar una mayor predisposición a sufrir lesiones y a contraer enfermedades e infecciones, porque conduce a una supresión paulatina del sistema inmunitario.
Hay muchas formas de mejorar el sueño, como eliminar o reducir drásticamente el consumo de cafeína y alcohol, evitar las pantallas antes de dormir, o tratar afecciones como la apnea del sueño, que reduce el oxígeno disponible e impide el sueño profundo. También ayuda mucho el hecho de evitar dormir en un ambiente desconocido.
Por lo tanto, para mejorar nuestro sueño, debemos concentrarnos en tres elementos: su duración, su calidad y nuestra rutina. Es fundamental dormir al menos 7 horas por la noche, y para los deportistas profesionales también es importante aumentar unos 30 minutos cada semana hasta lograr 8 a 10 horas de sueño, y siempre preferir el descanso nocturno a las siestas vespertinas. Para mejorar la calidad de nuestro descanso, es importante que evitemos las pantallas, la cafeína, el alcohol, los azúcares y las grasas refinadas antes de ir a dormir, elegir un ambiente fresco, tranquilo y oscuro y hacer actividad física todos los días. Por último, es fundamental despertar y dormir siempre a la misma hora, tomar una siesta entre la una y las cuatro de la tarde únicamente si sentimos la necesidad y exponerse al sol de la mañana, especialmente en invierno.