En Canadá (y en otras partes del mundo) los colonos se apropiaron de tierras que ya estaban ocupadas por los pueblos originarios, lo que no solo causó el exterminio de muchos de estos, el fin de sus valores y su libre determinación, sino también la ruptura de los profundos lazos que se habían creado en estos espacios a lo largo de los siglos entre el ser humano y el medio ambiente. Según Max Liboiron, el corazón del concepto de colonialismo es el acceso, la posesión y la explotación de los territorios indígenas, con el único fin de satisfacer los intereses de los colonizadores. Este abuso no solo se materializa convirtiendo los territorios indígenas en nuevas propiedades para los extranjeros, sino que también existen otras formas más sutiles como, por ejemplo, apropiarse de diseños culturales que son propios de estos territorios, acceder a los mismos para obtener datos útiles para la investigación científica, o utilizar esas tierras como recurso o como lugar de depósito de residuos. Pero también puede ser limpiar playas en territorios indígenas sin permiso o consentimiento, de una manera que solo se alinea con los objetivos de los colonizadores, a pesar de las buenas intenciones que pueden existir detrás de estas acciones.
La contaminación también puede llevar a que los colonizadores expropien un territorio, ya sea de forma deliberada como casual. Un ejemplo en este sentido fue la contaminación masiva de los acuíferos del altiplano boliviano debido a la explotación minera que realizaban potencias extranjeras, lo que obligó a los habitantes originarios a abandonar sus tierras ancestrales y sus medios de subsistencia. Esto también hizo que los colonizadores pudieran apoderarse libremente de los territorios y sus riquezas. Así, viéndolo desde este punto de vista, el colonialismo no es una estructura monolítica que tiene raíces en un pasado de acciones negativas, como muchos siguen creyendo, sino un conjunto de relaciones impuestas que siguen vigentes, evolucionan constantemente y se mantienen vivas gracias a las buenas intenciones, incluso sin querer.