Desde que existe la Tierra, los seres vivos han tenido un impacto mínimo en el planeta, pero esto cambió a principios del siglo XX, cuando una sola especie, los humanos, adquirieron la capacidad de afectar en gran medida la naturaleza del mundo. A partir de la década de 1940, esta capacidad se convirtió en un peligro, ya que el hombre contamina el aire, el suelo, el agua, y esta contaminación es irreparable en la mayoría de los casos. Las radiaciones que produce la manipulación del átomo y el efecto de las sustancias sintéticas que no se encuentran en la naturaleza alteran fuertemente el delicado equilibrio que necesitará generaciones para restaurarse.
Cada año, se agregan 500 nuevos productos químicos a la lista. Desde 1945 se han preparado más de 200 compuestos para eliminar las "malezas" y exterminar roedores e insectos que se consideran dañinos. La justificación que se da es que su uso es necesario para proteger la producción agrícola, pero lo cierto es que Estados Unidos enfrenta un problema de sobreproducción. En 1962, los contribuyentes desembolsaron más de mil millones de dólares en impuestos para pagar el transporte y el almacenamiento del excedente agrícola.
Hay otro aspecto a considerar: la difusión de insectos en el mundo está cambiando. Desde el Cretácico, cuando los mares separaron los continentes, se formaron auténticas islas biológicas, dentro de las cuales evolucionaron las especies. Hace 15 millones de años algunas tierras volvieron a unirse, y en ese momento comenzó la migración de insectos. Hoy en día el fenómeno está recibiendo un gran estímulo debido a la acción humana. El transporte de plantas implica que se están transportando además organismos vivos, y las cuarentenas que se introdujeron recientemente no son lo suficientemente efectivas.