En el imaginario colectivo los artistas son personas que están fuera de lugar, sin dinero, y que llevan una vida llena de excesos, que tienen problemas y sufren; nos parece una historia fascinante, sobre todo porque nos es familiar. Claro, siempre han existido artistas así; y lamentablemente se han convertido en el arquetipo del artista en general. ¿Es necesario que el artista sea “desgraciado”? Por supuesto que no, ya que a menudo se trata de una actuación de las personas que quieren “jugar a hacer ver que son artistas”. Gente así difícilmente tendrá éxito, porque sobreestiman su originalidad, no aceptan consejos, no se comprometen, piensan que son unos incomprendidos de la sociedad, desprecian el dinero y viven en un conflicto interior continuo. El autor llama a este tipo de personas Artista Arruinado, y pretende demostrar que es un mito pensar que las personas creativas tienen muy pocas oportunidades de éxito en la sociedad contemporánea. Un mito que hay que erradicar porque, por su culpa, muchas personas de talento abandonan sus sueños relacionados con el arte para dedicarse a vidas más seguras, ignorando su propia vocación y optando por carreras consideradas económicamente más estables; en lugar de convertirse en actores, músicos o pintores, son abogados, médicos o ingenieros. Durante siglos, todos creyeron que Miguel Ángel Buonarroti era el emblema del Artista Arruinado; en realidad, en 1996 el profesor estadounidense Rab Hatfield descubrió que sus cuentas bancarias mostraban una suma aproximada de 47 millones de dólares actuales, haciendo que fuera el artista más rico del Renacimiento. Así que Miguel Ángel nos explica una realidad diferente de la que la gente piensa: para ser un artista no tuvo que pasar hambre, así que gracias a él se dio la oportunidad a los artistas para vivir una vida plena y satisfactoria ejercitando su propio arte. Los verdaderos artistas no tienen porqué pasar hambre, al contrario: deberíamos volver a un modelo que no permita que los creativos sufran por su arte; una especie de Nuevo Renacimiento del que emerja la figura del Artista Próspero. La historia antigua y actual nos demuestra que un Nuevo Renacimiento ya está en marcha y que la figura del Artista Próspero es real: siempre han existido personas con coraje y reacios a aceptar el estereotipo del Artista Arruinado, decidiendo tomar un camino diferente. Ellos saben que el éxito es solo un medio para lograr su verdadero objetivo: continuar creando arte; para hacerlo no tienen que ser ricos, ni tampoco pasar hambre. Hoy en día pueden elegir entre tener una vida de artista pobre y frustrado o aceptar la verdad del Artista Próspero. Un “verdadero artista” dedica su tiempo a hacer lo que es más importante para él, sin necesitar el permiso de los demás y ganándose el respeto de todo el mundo. El autor define 12 reglas para que se produzca un Nuevo Renacimiento y se transforme el concepto de artista. Estas 12 reglas se dividen en tres grupos, según el contexto en el que se encuentran: actitud mental, mercado y dinero.