La resiliencia es la capacidad de mantenerse motivado en la consecución de los objetivos, superar obstáculos y dificultades, y resistir el estrés. Se cree que el término resiliencia podría provenir del antiguo verbo "resalio", que hacía referencia al acto de subirse de nuevo en una embarcación volcada. Una actitud dirigida a resistir a toda costa y no renunciar.
Una persona resiliente es alguien que cree firmemente en sus metas y está dispuesta a poner toda su fuerza en acción para lograrlas, desafiando y superando la adversidad y los eventos imprevistos. Tal vez no todo el mundo sabe que los seres humanos están diseñados para ser resilientes y para convivir con el estrés y la frustración. Después de todo, si pensamos que somos descendientes de pueblos acostumbrados a sobrevivir a las hambrunas, las guerras y los depredadores, nos damos cuenta de que ser resilientes es algo completamente normal.
La resiliencia es básicamente una actitud positiva que nos hace entender que los acontecimientos negativos son momentáneos y superables, nos hace creer en nuestras fortalezas y nuestra capacidad de controlar factores externos, nos hace ver los obstáculos y las dificultades como desafíos, y no nos deja nunca perder la esperanza. Es un don natural que tenemos dentro de nosotros, pero que desafortunadamente nuestra sociedad tiende a asfixiar, por lo que preferimos quejarnos y no tomarnos en serio la responsabilidad. Somos los únicos organismos vivos que tienen una tercera opción en relación con los estímulos externos además de adaptarse o morir: quejarse. Los humanos son, de hecho, la única especie que practica la autocompasión.
Podemos llegar a ser mucho más resilientes de lo que creemos y el deporte es el mejor entorno en el que podemos entrenarnos, ya que nos permite experimentar el espíritu de sacrificio combinado con la confianza en nuestras capacidades. El deporte es una metáfora de la vida, donde la actitud mental importa tanto como la aptitud física.