O como se le conocía anteriormente, Cassius Clay. ¿Quién no ha oído hablar de él alguna vez? Aunque es una figura del deporte estadounidense, su fama no se limitó a su país natal, sino que también se extendió a otros continentes, incluyendo Europa, Asia, Oceanía y África. En el resto del mundo, se hizo famoso por sus méritos deportivos y olímpicos, pero en Estados Unidos las repercusiones de esta celebridad fueron mucho más allá y revolucionaron la sociedad y la cultura popular. Incluso, en algunas ocasiones se llegó a decir que Ali era el quinto Beatle, y su inmensa fama dio lugar a cambios cruciales en el panorama religioso y cultural, así como también en el activismo por los derechos de los ciudadanos afroamericanos.
Por eso es imposible separar al boxeador profesional Cassius Clay, quien saltó a la fama siendo muy joven, de sus raíces afroamericanas, del movimiento por los derechos de los afrodescendientes (que tuvo su apogeo en los años 60 en Estados Unidos) y de sus tendencias religiosas (incluyendo el cambiarse de nombre a Muhammad Ali), luego de que comenzara a formar parte del movimiento Nación del Islam (NOI por sus siglas en inglés). Tampoco en el mundo del boxeo podríamos considerar los éxitos y las victorias de Ali sin tomar en cuenta su contexto social desfavorable, el crimen organizado y el deseo de venganza de sus principales rivales, quienes en su mayoría eran afroamericanos.
El hecho es que la grandeza del personaje de Cassius Clay/Muhammad Ali no se limita a las victorias deportivas, sino que también radica en su fuerza de voluntad extrema, sus decisiones incómodas y su negativa a permanecer encasillado en las convenciones impuestas a los afroamericanos por parte de los blancos. Un deportista excepcional que desafió el orden establecido y que, por azar del destino, se convirtió en vocero de la lucha por la igualdad, la libertad religiosa y los derechos de los afrodescendientes.