Doctor X es el jefe de personal de una gran empresa. Desde hace 15 años trabaja en la selección y formación del personal, y ha cambiado de empresa varias veces ya que está convencido de que después de un tiempo hay que moverse porque ya no hay más nada que dar a la compañía. Está a cargo de un grupo de 8 personas dentro de una empresa importante y muy próspera.
Una de sus tareas es comunicar a los desafortunados que están a punto de ser despedidos. Con los años, ha aprendido a manejar estas situaciones, pero admite que, por más experiencia que tenga, es una tarea desagradable que le genera estrés, también debido a las situaciones que vive. El Doctor X simplemente no soporta que la persona que tiene enfrente rompa a llorar. Sin embargo, esto sucede a menudo.
Por supuesto, el oficio tiene sus trucos. En primer lugar, jamás debemos dejar que la persona despedida sienta que fue su culpa o que hizo algo mal, porque la mayoría de las veces no es así. Es una decisión que se toma por otras razones. Debemos mostrarnos comprensivos y hacer ver que hemos estudiado la situación detalladamente y que la conocemos a fondo, además de que nos hemos preocupado por encontrar la mejor solución, especialmente en relación al aspecto económico. Por lo tanto, un plan de despido puede incluir asistencia para la salida, una suma en efectivo y ayuda para encontrar nuevas oportunidades.
Una vez que se inicia el proceso de despido, la empresa no tiene interés en detenerlo, por lo que cuando a una persona le dicen que tendrá que quedarse en casa, ninguno de sus motivos podrá cambiar lo que está pasando. La reunión en la que se anuncia el despido es un equilibrio entre lo que decimos y lo que no decimos, y también es muy importante el aspecto formal. En definitiva, todo el mundo jugará un papel que ya está escrito pero pretenderá que está improvisando. Por ejemplo, el Doctor X conoce perfectamente las expresiones y los gestos, pero también sabe cuál es el momento adecuado para tratar con el futuro exempleado de la empresa.