La vida con su extraordinaria variedad de formas, funciones y comportamientos es el fenómeno más complejo del universo. En nuestro planeta viven más de ocho millones de especies de organismos diferentes con dimensiones que varían desde la bacteria más pequeña, que pesa menos de una billonésima parte de un gramo, hasta la ballena azul, cuyo peso puede superar los cien millones de gramos. Agreguemos a esto la complejidad de la vida social que los humanos hemos traído al planeta. La pregunta que nos hacemos es si, detrás de toda esta complejidad, puede existir un orden oculto, algunas leyes simples a las que responden todos los sistemas complejos, desde las plantas a los animales, las ciudades y las empresas. Si comparamos, por ejemplo, algunos gráficos que representan la tasa metabólica (cálculo de la cantidad de alimentos diarios necesarios para mantenerse con vida) de una serie de animales según el peso, o el número de patentes de una ciudad según su tamaño, o el valor de una empresa de acuerdo con el número de empleados, observamos que los datos se distribuyen en línea recta y no al azar. En otras palabras, descubrimos que todas las características medibles de animales, plantas, ecosistemas, ciudades y compañías varían en proporción con el tamaño. La existencia de tales regularidades sugiere que existe una estructura conceptual común que subyace a todos estos fenómenos diferentes y complejos y que su dinámica está sujeta a "leyes" generales similares. Estas leyes de proporcionalidad son potencialmente capaces de conducir a una estructura predictiva con la cual abordar muchos problemas críticos para la ciencia y la sociedad (la velocidad de desarrollo de áreas urbanas, el crecimiento, la sostenibilidad global, el cáncer, el metabolismo, el origen del envejecimiento y de la muerte) dentro de un marco conceptual integrado y unificado.