¿Se puede medir la felicidad? Según los científicos, sí. Los datos se obtienen comparando la activación de la corteza prefrontal izquierda con la de la derecha. Las personas que tienden a encender más la parte izquierda son las que más se definen a sí mismas como alegres y entusiastas, y llenas de optimismo y energía. Y viceversa. Los investigadores detectaron que quienes tienen mayor actividad en el lado derecho muestran un mapa emocional negativo.
Gracias a este estudio y a muchos otros, Matthieu Richard, un monje budista de origen francés, ha recibido el mote de “la persona más feliz del mundo”. El escáner cerebral de Richard, quien antes de convertirse en monje se graduó en genética molecular en el Instituto Pasteur, mostró una activación que lo convierte en la persona más feliz que jamás haya estudiado la ciencia.
Richard también ha sido reconocido por la ciencia como la primera persona capaz de suprimir el reflejo natural de sobresalto del cuerpo, que se manifiesta a través de rápidos espasmos de los músculos faciales, en respuesta a ruidos fuertes y repentinos. Este reflejo, al igual que todos los demás, no se debería poder controlar de manera voluntaria, pero el monje es capaz de controlarlo durante la meditación. Matthieu Richard define la felicidad como “una profunda sensación de prosperidad”. No se trata de una simple sensación placentera, una emoción fugaz o un estado de ánimo, sino de sentirse en un estado óptimo gracias al equilibrio emocional, el cual se logra comprendiendo cómo funciona la mente humana". Según Richard, la felicidad es una habilidad que se puede entrenar. Y considerando que debemos aprender sobre nuestra mente y cómo respondemos a las emociones, para alcanzarla debemos experimentar con prácticas que maximicen nuestro bienestar interior a un nivel profundo. Siguiendo las prácticas de atención plena, todos podemos desarrollar una mente profundamente pacífica, feliz y compasiva.
Un interesante estudio que realizó la investigadora Julie Brefczynski-Lewis reveló que, en comparación con los principiantes, cuando los meditadores experimentados (los que tienen más de diez mil horas de práctica o meditación) eran expuestos a sonidos negativos (por ejemplo, una mujer gritando), mostraban menos activación en la parte del cerebro emocional llamada amígdala. Además, cuantas más horas de entrenamiento en meditación haya tenido el experto, menos se activará la amígdala, que es el centinela de nuestro cerebro que constantemente examina todo lo que vemos en busca de amenazas para nuestra supervivencia.