Durante varios años se llevaron a cabo una serie de seis conferencias denominadas Charles Eliot Norton Poetry Lectures en la Universidad de Harvard (Cambridge, Massachusetts), que trataban sobre un tema de libre elección, y cada año las impartía un invitado ilustre diferente. En junio de 1984, Italo Calvino fue invitado a realizar las conferencias del año académico 85 -86, fue así que Calvino decidió abordar el tema de los valores literarios que, en su opinión, deberían conservarse en el próximo milenio. El escritor italiano, además de dar una primera conferencia (inconclusa) sobre comenzar y terminar una obra literaria, eligió los siguientes valores: levedad, rapidez, exactitud, visibilidad y multiplicidad. Italo Calvino fue el primer escritor italiano en ser invitado como ponente de estas conferencias (en las que también habían participado personalidades destacadas como Thomas Stearns Eliot y Jorge Luis Borges) y trabajó mucho en estos temas. Lamentablemente, nunca llegó a presentarlos en Harvard porque falleció en septiembre de 1985. Este libro reproduce el texto mecanografiado con sus notas para las conferencias que Esther Calvino, su esposa, recuperó. Antes de abordar los diferentes valores de la literatura, Calvino deja clara sus intenciones ya en la introducción: comprender que hay cosas que solo la literatura puede dar y dedicar las conferencias a los valores literarios que le interesan, mirándolos desde la perspectiva del advenimiento del nuevo milenio.
En la primera conferencia abordaría el tema del comienzo y el final de las obras literarias, que luego llevaría al de la última conferencia dedicada al valor de la coherencia, pero que nunca pudo terminar. Para Calvino, el comienzo de una obra literaria es un momento de elección, es decir, ante la posibilidad de que podamos decir cualquier cosa y de cualquier forma posible, comenzar a escribir significa llegar a decir una sola cosa de una forma en particular. En definitiva, se trata de desprenderse de un potencial ilimitado y polifacético para obtener algo que sólo existe en la medida en que se acepten los límites y las reglas de una elección concreta. Por medio del comienzo el escritor entra al mundo de la palabra. En la antigüedad los poetas reconocían la importancia de este momento e incluso iniciaban sus poemas invocando a las Musas. En cambio, en los siglos XVII, XVIII y XIX una historia comenzaba presentando de inmediato a los personajes y los hechos en un tiempo y un espacio determinado, pero al parecer en la literatura moderna los escritores no sienten la necesidad de marcar el comienzo de la obra y a menudo prefieren hacerlo con la técnica in medias res (técnica literaria donde la narración comienza en medio de la historia, en vez de en el comienzo). En general, todo se vuelve más complicado con el final de las obras, ya que es difícil decidir cuándo es el momento adecuado para terminar una historia, incluso en las obras más lineales, porque podrían continuar indefinidamente. Quizás por eso los comienzos siempre son mejores que los finales desde un punto de vista estético. Recordamos muchos comienzos memorables y originales en la historia de la literatura, pero muchos menos finales.