Stuart Shanker trabajó toda su vida como investigador en los campos de la filosofía y la psicología, y estudió el comportamiento de los niños. Lo que comprendió casi de inmediato fue que no hay niños que puedan definirse como malos. A veces los niños gritan, son egoístas, o no quieren escuchar para nada las indicaciones de los adultos, pero eso solo es su respuesta a lo que está pasando a su alrededor. Los niños se portan mal porque no saben cómo afrontar la situación que les rodea y las emociones que sienten. Estas reacciones no tienen nada que ver con su forma de ser.
Shanker señala que algunos niños pueden ser más desafiantes que otros, pero una actitud crítica por parte del adulto solo provocará una reacción más extrema en el niño. Puede volverse ansioso, o bien desconfiar.
Para ver el comportamiento de los niños desde otra perspectiva, es necesario cambiar por completo la dinámica entre el docente y el niño, como vio el autor en sus investigaciones. Lo más importante es comprender el significado del comportamiento de los niños, para poder analizarlo y cambiar de enfoque. La solución que identifica el autor es la autorregulación, que puede marcar una diferencia en la concentración, la actitud y la empatía, y favorecer el desarrollo del niño.