Preocupaciones, ansiedad, miedo y anhelos son algunos de los ruidos que suenan constantemente en nuestra mente. Un desfile constante de imágenes y palabras va ocupando todo el espacio disponible hasta saturarlo. Estas imágenes se convierten en nuestros pensamientos. Son como el ruido de fondo de una radio interna que transmite sin pausa, la Radio NST - Non-Stop Thinking (Sin Parar de Pensar).
El silencio es todo lo opuesto. Entre el ruido y el silencio se encuentra la meditación. Pero, desconectar la radio, encerrarse en una habitación y apagar la luz no es suficiente. Para que esto sea real hay que cultivar la práctica del silencio a través de la meditación cotidiana, y así llegar a la toma de consciencia.
Estamos encarcelados en el pasado, que vuelve constantemente a nuestra mente en forma de recuerdos y remordimientos; o en el futuro, pensando en cómo podría ser. De este modo evitamos el presente, y se nos escapa.
En cambio, el objetivo de practicar el silencio, es focalizar nuestra energía exclusivamente en el presente. Empezamos por la respiración, que es el único anclaje capaz de centrar la atención en el momento actual. Luego continuamos paso a paso, por ejemplo cocinando mientras observamos los ingredientes que estamos preparando y escuchando su música. Demasiadas veces nos perdemos mientras hacemos varias cosas a la vez, como por ejemplo, hablar por teléfono mientras cortamos las verduras o leer un libro con la televisión encendida. Optimizar para ahorrar tiempo es una ilusión.
Sólo escuchando el silencio tomaremos consciencia y podremos estar más atentos para participar en el momento presente.