El cerebro es una máquina misteriosa, cuyas funcionalidades continúan investigándose constantemente, a pesar de los innumerables estudios realizados hasta la fecha: al fin y al cabo es precisamente en este órgano tan fundamental que se encuentran los secretos para una vida sana, satisfactoria y longeva. Leer los nuevos descubrimientos, quizás sorprendentes e inesperados, no es algo extraño. Entre ellos, en las últimas décadas se ha consolidado cada vez más la teoría de que el ejercicio físico y el movimiento tienen una fuerte relación con los mecanismos que hacen funcionar mejor el cerebro, activando una serie de reacciones a nivel celular que pueden cambiar radicalmente toda nuestra existencia.
La conexión entre movimiento y bienestar tiene sus raíces en nuestro pasado: lo que somos hoy es la evolución de lo que éramos en un principio, es decir animales que basaban su supervivencia en el movimiento para capturar sus presas y alimentarse. Durante los siglos de evolución humana, nuestro cerebro se ha ido adaptando a los cambios del entorno y de la sociedad en la que vivimos, hasta llegar a nuestros días, cuando en un mundo dominado por el sedentarismo y una infinidad de pantallas, hemos dejado de escuchar a la naturaleza de nuestro cuerpo, dejando de lado el movimiento. Esto supone un gran riesgo para la salud humana y nuestro futuro, porque el movimiento, la inteligencia, la creatividad y el conocimiento están fuertemente relacionados, y todas las obras increíbles y los grandes logros de la humanidad vienen de aquí. Lamentablemente, la sociedad en la que vivimos trata al cuerpo y la mente como dos entidades separadas, pero la verdad es que están estrechamente vinculadas y así deberíamos considerarlas.
Esta es la motivación básica de las teorías del autor: todos nosotros tenemos que hacer ejercicio físico cotidianamente, no solo para sentirnos mejor físicamente, estéticamente y para estar más sanos, sino también para aprovechar al máximo nuestras capacidades cognitivas.
Muchas investigaciones muestran que el movimiento aumenta los niveles de algunos neurotransmisores —serotonina, dopamina y noradrenalina— los cuales regulan los pensamientos y las emociones y, entre otras cosas, ayudan a alejar y combatir la depresión, las adicciones y a tratar el TDAH, es decir Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Pero los estudios efectuados en las última décadas también demuestran el importante papel que tiene el movimiento para el tratamiento de los cambios hormonales femeninos, y por lo tanto para las mujeres que sufren síndrome premenstrual o tienen trastornos relacionados con el embarazo y la menopausia, y para mantenernos sanos durante el envejecimiento. Por último, el movimiento y la actividad física tienen un vínculo inseparable con los procesos de aprendizaje, tal y como muestran los resultados excepcionales de algunos programas escolásticos experimentales que se basan en el ejercicio de alta intensidad, llevados a cabo en algunas instituciones educativas estadounidenses.