En 2006, Blake Mycoskie decidió hacer un viaje a Argentina. Con 29 años, cuatro startups en su haber, y habiendo participado en un programa de televisión junto a su hermana algunos años antes, sentía la necesidad de desconectar por un tiempo. Su intención era sumergirse en la cultura argentina y olvidarse completamente del trabajo. Así fue que entró en contacto con las peculiaridades de este país: el tango, el polo y el Malbec. También se enamoró de las alpargatas, un tipo de calzado típico del país, hecho de tela suave. Las alpargatas eran tan versátiles que se podían usar en cualquier lugar: en la ciudad, en las estancias o en los locales nocturnos. Hacia el final de su viaje, Blake conoció a una mujer que estaba recolectando zapatos para niños argentinos. La mujer le explicó que muchos niños, especialmente fuera de las zonas más conocidas de Buenos Aires, son tan pobres que no tienen ni siquiera un par de zapatos. Blake se conmovió y decidió pasar el resto de sus vacaciones en Argentina visitando algunos de estos pueblos. Pronto se dio cuenta de los efectos devastadores de caminar descalzo. Las ampollas, las llagas y las infecciones hacen que la vida de estos niños sea un verdadero infierno. Blake sabía que tenía que hacer algo, pero ¿qué? Abrir otra organización benéfica no tendría sentido. El problema era tan extendido que no se podía resolver solo con donaciones. Además, a menudo las donaciones se pierden porque el tamaño de los zapatos donados no coincide con el que necesitan los niños. Se necesitaba algo más estructurado. Fue así que nació el proyecto TOMS, acrónimo de Tomorrow's Shoes, los zapatos del mañana. La idea era crear una empresa de calzado que pudiera producir una versión de alpargatas adaptada al mercado estadounidense y, por cada par vendido, regalar otro par a niños necesitados. ¿Simple, verdad?
Sin embargo, la historia detrás de TOMS, además de ser simple, es tan poderosa que en poco tiempo Blake Mycoskie logró encontrar los socios adecuados y ¡boom!: el lanzamiento del producto en el mercado fue un éxito sin precedentes. Todos los querían, desde los vecinos hasta las celebridades. Pero lo que realmente impactó profundamente a Blake no es tanto el éxito, sino las emociones que experimentó cuando, al volver a Argentina con el primer cargamento de 10 000 pares de zapatos, los entregó en los pueblos. El fundador de TOMS lo recuerda como pura alegría. Una sensación de satisfacción y bienestar que nunca antes había experimentado.