Abrir un minimarket o una franquicia son ambos buenos ejemplos de un negocio, pero no son empresas emergentes. Por definición, empezar un negocio significa comenzar una actividad gracias a la cual el fundador, o en general el emprendedor, obtiene un margen de ganancias y por lo tanto una entrada económica. También la empresa emergente es un negocio pero tiene otras características que el simple comercio no tiene, y son:
- Un potencial de fuerte impacto.
- Niveles elevados de innovación.
- Niveles elevados de incertidumbre.
Si una empresa emergente de alguna manera no es innovadora y no tiene el potencial para provocar un fuerte impacto sobre el mercado global, y por lo tanto, resumiendo, no tiene la capacidad para cambiar el mundo, no es una empresa emergente. Cualquiera puede empezar un negocio desde cero, pero no todos son capaces de cambiar el mundo, y este libro es una guía para hacerlo disminuyendo el margen de riesgo que por naturaleza tiene una empresa emergente, y que la convierte en un negocio con elevados niveles de incertidumbre, pero con alto potencial de rentabilidad, alcanzable solo si se abandona la mentalidad de las simples previsiones de ganancia que se tendrían en un negocio normal. Para lograrlo es necesario dejar de ser aspirantes y convertirnos en auténticos emprendedores.
Durante sus años de experiencia el autor pudo observar la existencia de dos categorías de personas: los emprendedores y los aspirantes a ello. Los verdaderos emprendedores son los que llevan adelante su negocio evitando los errores en los que normalmente tropiezan los aspirantes a emprendedores y que generalmente son:
- no establecer las prioridades correctas: malgastar tiempo y energía en actividades no prioritarias, sin concentrarse en lo que es más oportuno hacer paso a paso (y que en la mayoría de los casos, sobre todo al inicio, sería buscar nuevos clientes, pero en realidad es resolver el mayor problema que se tiene en ese momento);
- perder tiempo resolviendo problemas que aún no se han presentado, anticipándose porque piensan que son problemas que no se pueden resolver rápidamente, pero en realidad, actuando de esta manera, no solo están desviando recursos, sino malgastando valioso tiempo y mucha energía. Un ejemplo es optimizar una web antes de que haya el tráfico suficiente o lograr configurar un sistema de pago impecable antes de tener clientes;
- perder tiempo ya sea en la elaboración de la idea que en su realización (o incluso en la elección del nombre), no probándola enseguida en el mercado, mientras que son suficientes un día para pensar en la propia idea, siete para lanzarla y un mes para probarla;
- construir una empresa emergente cuya idea de base no está a la altura para competir con las demás empresas presentes en el mercado, ya sea por falta de originalidad (no es la única en su género) o por cómo se realiza y presenta al público. Debemos recordar que los competidores están presentes a nivel global y que el público se confrontará constantemente con las empresas exitosas que ya existen en el mismo sector;
- perder tiempo en un negocio que no puede tener un margen de crecimiento por sí mismo;
- trabajar solos sin un equipo: es poco probable que una sola persona sea hábil en todos los sectores de la propia empresa. Además trabajar en equipo es necesario cuando uno no es capaz de establecer las prioridades solo;
- actuar y tomar decisiones basándose en suposiciones y teorías y no en datos reales (como la respuesta del mercado), cayendo en la trampa de los falsos mitos y los errores comunes, de los que hablaremos en las próximas páginas.