Hoy en día, la palabra “creativo” se ha extendido a muchos ámbitos del mundo laboral. Se habla de creativo en cualquier situación en la que una persona, con sus ideas y sus acciones, cambia su manera de hacer algo o bien crea lo que antes no existía. Por lo tanto, no concierne solo a los artistas, los músicos o los escritores, sino que también existen muchas otras categorías de profesionales que llevan a cabo trabajos creativos o que requieren una cierta dosis de creatividad. Pero esto no significa que estas personas sepan desde el inicio cómo tienen que actuar: de hecho, muchas de ellas no han estudiado pensando en una profesión que fuera creativa.
Todas las ventajas y las gratificaciones de este tipo de trabajo tienen una contraparte considerable, es decir un compromiso y una producción continua, que nunca tiene que interrumpirse. Pero tener la idea correcta en el momento correcto no es fácil, o al menos no siempre lo es. Para estar seguros de mantener nuestros estándares y respetar lo que los colegas, los clientes y las empresas esperan de nosotros, tenemos que aprender a concentrar la energía creativa a través de un proceso bien preciso que empieza mucho antes del verdadero momento en que surge la idea. De hecho, es necesario ejercitar la concentración cada día mediante prácticas útiles para garantizar una cierta productividad y también para evitar un problema al que muchas personas se enfrentan hoy en día: estamos hablando del síndrome de desgaste profesional.