Marco Aurelio fue emperador de Roma desde el 161 a.C. hasta su muerte por una enfermedad, ocurrida en el 180 a.C. El hombre fue educado de acuerdo con los principios del estoicismo, una corriente filosófica que se fundó en el año 300 a.C. Influenciado por esta doctrina, Marco Aurelio tenía un pensamiento particular sobre los problemas que aquejan al ser humano. Él afirmaba que el dolor que sentimos en algunas situaciones no es un hecho objetivo, sino que es fruto de la actitud que asumimos frente a lo que nos sucedió. Por ejemplo, si nos perdemos en un bosque, la fuente de nuestros problemas no es el bosque en sí, sino el hecho de que nos sintamos perdidos. Por lo tanto, debemos comprender que las dificultades no radican en la naturaleza del mundo tal como es, sino en la perspectiva desde la que lo miramos. Abrazar esta visión no nos traerá un alivio inmediato, ni tampoco encontraremos instantáneamente nuestro camino, pero sí nos permitirá aceptar mejor lo que nos sucede y estar a gusto entre los árboles del bosque.
Los eventos externos son neutrales, y se vuelven positivos o negativos a medida que nuestra mente los procesa. Por lo tanto, depende de nosotros elegir cómo los vemos. Por supuesto, no siempre es fácil cambiar de opinión, ya que a veces pareciera que los acontecimientos nos abruman, pero es reconfortante saber que siempre podemos mirar una situación desde otro punto de vista. No quedarnos atrapados en nuestra visión y considerar también otras formas de ver esa situación concreta ya es una meta y algo para atesorar. Además, nos hace más fuertes, porque ya no estamos a merced de circunstancias que no podemos controlar. Somos nosotros los que decidimos cómo enfrentar un asunto determinado, por lo que el poder que éste tiene sobre nosotros disminuye.