Aún hay mucha gente que piensa que hacer negocios solo significa recaudar. Hacer negocios no es más que acumular riqueza a través de la producción y venta de bienes. Punto. Pero el objetivo de los empresarios debería ser otro, principalmente ofrecer bienestar a otras personas. A través de servicios útiles, ideas creativas y acciones éticas, los empresarios pueden mejorar verdaderamente la condición de los seres humanos y el medio ambiente en el que viven. Si tan solo quisieran, podrían generar una economía diferente, sensible a las cuestiones ambientales. Permanecer indiferente ante estos temas significa vivir fuera de la realidad y hacer negocios de una manera completamente anacrónica. En las condiciones en las que nos encontramos, es inaceptable que la deforestación continúe, que se construyan centrales a carbón o que se arrojen toneladas de desechos a los ríos. Por lo tanto, debemos aceptar que se está produciendo un cambio de enfoque debido a las dramáticas circunstancias en las que se encuentra nuestro planeta.
Hace cien años no había urgencia por comprender ni corregir la relación entre las empresas y el medio ambiente, ya que se creía que, de alguna manera, los recursos eran ilimitados. Así comenzó una explotación sistemática que llevó a que el ser humano entrara en una era de consumismo desenfrenado y libertad materialista. Pero esta era ya terminó, y ahora la situación es crítica. Estamos viviendo las consecuencias de un saqueo al medio ambiente que ha durado demasiado. Hay que restablecer el equilibrio y detener la expropiación de los recursos naturales. Pero muchos se niegan a enfrentar la realidad y persisten en actuar como siempre lo han hecho, lo que ha llevado a que exista una brecha dramática entre la vida en la Tierra y la forma en que se gestionan el comercio y los negocios en general.