Todos tenemos dos copias de todos nuestros genes, pero un progenitor solo transmite una copia de cada gen a su hijo. Esto significa que la secuencia genética de un niño es como el resultado de una lotería y proviene de procesos aleatorios sobre los que no tenemos control, es decir, que cada pareja de padres podría crear millones de combinaciones posibles. Como resultado, el ADN es algo fortuito en nuestras vidas, lo que significa que ninguno de nosotros ha hecho nada para "ganarse" los genes que tiene.
Hasta hace poco, no había estudios directos sobre el ADN, por lo que los científicos se basaban en métodos indirectos, como el estudio de gemelos o las adopciones. Sin embargo, en los últimos años, gracias a la investigación genómica más reciente, que utiliza una técnica llamada estudio de asociación del genoma completo (GWAS por sus siglas en inglés), los genetistas conductuales han podido estudiar el ADN de las personas de una manera económica y no invasiva. Estos estudios muestran que los genes influyen en casi todos los aspectos de nuestros pensamientos, sentimientos, salud y comportamiento, incluyendo las conductas que son compensadas financieramente en nuestra sociedad, como tener un buen desempeño en la escuela.
Los GWAS más recientes sobre el nivel de instrucción muestran que, en promedio, las personas con índices genéticos muy altos de desempeño académico tienen más probabilidades de graduarse de la universidad que las personas con índices muy bajos de desempeño académico. Estas personas también serán más amables, tendrán trabajos más prestigiosos, ganarán más dinero y acumularán más riqueza. Se podría decir que son los "favorecidos por la naturaleza".
Sin embargo, el hecho de que un gen pueda dar lugar a un rasgo en particular no es tan sencillo. Los genes no trabajan en el vacío, sino que se expresan dentro de sociedades humanas en las que hay prejuicios, tecnologías, prácticas culturales, estructuras económicas y sistemas educativos únicos. Los genes causan algo en la medida en que están influenciados por el contexto ambiental.
Por ejemplo, cuando los factores ambientales se combinan con efectos genéticos en estudios de gemelos, estas causas no adquiridas explican la mayor parte de lo que hay que decir, mientras que el resto implica un "libre albedrío" residual. Esto demuestra por qué incluso gemelos idénticos que crecen juntos terminan tomando caminos de vida un poco diferentes.
Como señaló el sociólogo Christopher Jencks, si una sociedad se negara a educar a los niños pelirrojos, por ejemplo, un gen del cabello rojizo sería visto como una causa de analfabetismo. Si ese gen se asignara al azar a un niño, el niño crecería siendo incapaz de leer. La brecha resultante entre pelirrojos y morenos estaría asociada con un marcador genético, pero la brecha podría resolverse simplemente si la sociedad se volviera más justa con los pelirrojos. Esto es lo que sucede con los anteojos, que sirven para dar respuesta a las desventajas genéticas que se asocian con una mala visión. Este sencillo ejemplo demuestra que los efectos de una diferencia genética pueden variar mucho dependiendo del contexto social o tecnológico en el que se expresa esa diferencia.
En la práctica, las formas en que la genética puede afectar los resultados de la vida son complejas, y pequeñas diferencias que se dan a temprana edad haría que los niños sean ubicados en contextos que amplifican esas diferencias. Sin embargo, para Harden todas estas son causas genéticas, porque con genes diferentes, también tenemos distintas experiencias en los ambientes.