El objetivo de la filosofía estoica es responder a una pregunta simple: ¿cómo se vive la vida al máximo? Para ello, debemos tratar de reducir la brecha entre lo que somos ahora y lo que podríamos llegar a ser, tratando de lograr una imagen ideal de nosotros mismos, la más noble, que actúa correctamente incluso ante la adversidad. Tal como y como está planteado, parecería una utopía, pero los filósofos estoicos estaban convencidos de que no solo era factible, sino que además era la única forma de ser feliz.
El camino a seguir se relaciona principalmente con controlar mejor nuestras emociones en cada momento que vivimos. El problema es que en muchas situaciones de la vida diaria son las emociones las que dictan nuestro comportamiento, y no al revés. Los estoicos consideraban que las emociones fuertes como la ira o la tristeza eran nuestra mayor debilidad, y vieron que muchas personas no podían controlarlas. Ellos creían que en estas se generaba la mayor parte de la infelicidad humana, por lo que decidieron convertirlas en el objeto de su filosofía tratando de enseñar a dominarlas, y así vivir una vida más tranquila.
El autor define la capacidad de mantener a raya nuestros deseos e impulsos como "resiliencia emocional", es decir, la capacidad de no dejarse dominar por las emociones. A menudo se representaba a los estoicos como personas apáticas, capaces de reprimir sus sentimientos y sensaciones permaneciendo impasibles ante cualquier situación. Sin embargo, la filosofía estoica no prevé en absoluto la represión de las emociones. Esto no sería posible, porque forman parte de la naturaleza humana y simplemente no se pueden eliminar. En cambio, el objetivo de los estoicos es aprender a reconocerlas, identificar su causa y redirigirlas para lograr nuestro bien.
En el momento en que sentimos una emoción determinada, siempre tenemos el impulso de actuar. Lo importante es que aprendamos a observarnos desde afuera y evaluar si ese impulso nos puede llevar a algo bueno o no. Solo entonces podremos decidir cuál es la acción correcta. Si pudiéramos alcanzar ese nivel de autocontrol, también tendríamos más paz mental, que el estoicismo define como la capacidad de saber que lo que uno está haciendo es lo correcto. Ser conscientes del motivo por el cual nos estamos comportando de una manera determinada en un momento dado nos ayuda a estar tranquilos y a confiar en nuestro proceder, aunque a veces la vida se complique.