La idea de que la motivación sea un requisito previo, una chispa necesaria para tomar el camino hacia el éxito es un mito insidioso. La motivación es en realidad un resultado, el resultado de un proceso, y se alimenta de la satisfacción de verse así mismo progresar día tras día.
La motivación no es algo que tienes, sino algo que obtienes automáticamente cuando alcanzas incluso un pequeño éxito, es una sensación de satisfacción y gratificación generada por la dopamina, una hormona que se activa cada vez que progresas.
El éxito es un proceso, es repetible y predecible, tiene poco que ver con esperar, rezar, desear, pero mucho con actuar, hacerlo con diligencia, hacer lo correcto de la manera correcta y seguir haciéndolo, una y otra vez.
El camino hacia una meta está lleno de innumerables horas de trabajo y de sacrificio, lo que equivale a innumerables oportunidades de sentirse bien con lo que se ha logrado, en cada momento y todos los días durante el camino. Una parte de la satisfacción también se puede encontrar en el logro, pero la verdadera fuente de felicidad, constante y duradera está en el proceso.
No debes pensar que "un día" serás feliz contigo mismo, puedes ser feliz hoy.