Para un CEO, llevar adelante una empresa representa una gran oportunidad y un gran desafío. De hecho, para un CEO no existe el equivalente de un medidor de prestación capaz de apoyarlo en el proceso de mejora cotidiana. Aún así, como figura de responsabilidad tiene que competir cada día, igual que un atleta, en una carrera para alcanzar la meta.
La única manera reconocida para establecer el éxito de un CEO parece ser el tema relacionado con los ingresos y los beneficios; normalmente, el éxito de una empresa (refiriéndose a una sociedad que cotiza) se determina por el incremento del valor unitario de una acción.
También es necesario tener en cuenta el factor tiempo: un CEO podrá demostrar sus capacidades solo a largo plazo, según los resultados que haya logrado. De hecho, cuando la victoria se logra demasiado rápido se suele atribuir únicamente a un golpe de suerte.
Por lo tanto, se podrían sintetizar los 3 parámetros básicos para medir el rendimiento de un CEO de la siguiente manera: un incremento del rendimiento anual para los accionistas durante su mandato, el retorno económico en un mismo período comparado con empresas parecidas o un mercado más amplio, y la inevitable comparación con otros CEO similares para comprobar si garantizó las mejores prestaciones.
De hecho, este aspecto es más importante de lo que parece. Se tiende a denominar “extraordinario” al mejor CEO, al más eficaz y exitoso. Lo que en realidad tiene que hacer es conocer profundamente su mercado, seguir con minuciosa atención los procesos operativos y encargarse de la distribución del dinero generado. De esta manera conseguirá distanciarse de la modalidad “clásica” aplicada por muchos CEO, es decir la que pone en primer plano las acciones a llevar a cabo con la consiguiente gestión de las operaciones.
Existen varias maneras para aumentar los ingresos y los beneficios. Una cosa es la distribución del capital y otra es el crecimiento.
Para distribuir el capital, un CEO puede invertir en algo que ya existe, como por ejemplo adquirir y englobar otras empresas, distribuir dividendos a los accionistas, extinguir deudas o recomprar acciones.
En cambio, para hacer crecer el capital la acción más eficaz es utilizar el flujo de caja interno para reinvertirlo, es decir emitir deuda y obtener capital.
La distribución del capital forma parte de las inversiones, es decir de la capacidad de un CEO para ocupar un doble cargo, como inversor y como asignador. Esta es una característica insólita porque no todos los CEO están suficientemente cualificados ni son capaces de cubrir ambos cargos.
Dos empresas con el mismo resultado mostrarán un planteamiento diferente de la distribución del capital. Esto quiere decir que a largo plazo los resultados para los accionistas también serán diferentes.
El instinto juega un papel importante. Nadie nace CEO, pero hay personas más propensas a pensar de manera diferente y esto garantiza el éxito. Ser anti conformistas y encontrar soluciones poco convencionales a problemas que parecen no tener solución permite que un CEO pueda diferenciarse de todos los demás. Se aprende con el tiempo y sobre todo con la experiencia.
Lo más importante es que a largo plazo el rendimiento para los accionistas dependa exclusivamente de las decisiones que el CEO haya tomado.