El ser humano es un ser pensante, y esta capacidad lo diferencia de los animales. La conquista del pensamiento se deriva de años de estudios científicos. Las universidades son el lugar de la cultura por excelencia, pero también son esos lugares donde la libertad ha prevalecido sobre la razón y donde las ideas malsanas han invadido la mente de muchos estudiantes y profesores.
Desde un punto de vista personal, Saad enfrentó dos guerras: la guerra civil en el Líbano cuando era niño y la guerra contra la razón siendo profesor. A partir de su experiencia personal surgió en su interior el modelo de ideales como la libertad y la verdad, al igual que el deseo de dejar una huella en el mundo desde su posición como académico.
El autor afirma que la deriva comenzó precisamente en las universidades, donde se relativizaba la verdad y se minimizaba el dolor. El ser humano debería aprender a equilibrar la razón y el sentimiento, porque si confiáramos únicamente en la razón, todo pensamiento sería una especulación que se puede replicar hasta el infinito. Si solo confiáramos en los sentimientos, se anularía el pensamiento y perderíamos el rumbo. Y si eligiéramos el sistema de referencia equivocado, iríamos en el sentido contrario al que quisiéramos.
La libertad de expresión es necesaria para poder comunicarnos correctamente. Poder manifestar nuestras opiniones, seguir el método científico, apreciar la diversidad intelectual y apoyar la meritocracia son elementos innegociables de una sociedad ilustrada, y contribuyen a dar dignidad a la persona. Hablar de libertad es importante y es mejor que hablar de ideología, incluso cuando en esta última se utilizan términos como diversidad, inclusión y equidad (DIE). Una sociedad sana garantiza la igualdad de oportunidades para sus miembros, en lugar de la igualdad de resultados, como postula la ideología DIE.
Debemos interpretar el mismo concepto de libertad desde el punto de vista de la razón, porque demasiada libertad de pensamiento ha permitido la propagación de ideas patógenas, como la anticiencia, la antirazón e ideas antiliberales como el posmodernismo, el feminismo radical y el activismo transgénero.
El Síndrome Parasitario del Avestruz (en inglés Ostrich Parasitic Syndrome), por ejemplo, es un trastorno de desorden del pensamiento que incapacita al ser humano para distinguir incluso las verdades más obvias, como la existencia del sol.
Por lo tanto, el debate sirve para restablecer el orden y recuperar la razón donde se perdió.
Tanto el pensamiento como el sentimiento son útiles porque son el resultado de un todo, y no deben ser considerados como antitéticos, ya que son fundamentales en el proceso de toma de decisiones. De hecho, los problemas surgen cuando tomamos como modelo la secuencia incorrecta, lo que nos lleva a una respuesta equivocada.