El libro se desarrolló a partir de la pausa forzada que Rick Ross vivió, al igual que todos, durante los primeros meses del 2020 a causa de la pandemia. Una de las fuentes de ganancia más importantes del rapero eran los conciertos y los shows en directo que, obviamente, en ese período desaparecieron totalmente de su calendario.
Rick Ross, además de un artista, también es un empresario exitoso: tiene una etiqueta discográfica, escribió un bestseller, alquila su casa para rodajes cinematográficos, y es propietario de algunas marcas de comida rápida, aperitivos, cannabis, vino y licores, productos para la barba y el cabello masculino entre otras. Pero en 2020, su objetivo de aumentar su riqueza económica sufrió un golpe duro.
Sin embargo, se dio cuenta de que el período de pandemia podría ser una oportunidad para él: encontró refugio en su gran finca, The Promise Land, y reflexionó sobre el hecho de que los últimos años de su vida los había dedicado a perseguir el objetivo de enriquecerse a toda costa. Quería alcanzar los 100 millones de dólares en ingresos, trabajando al máximo y, claramente, disfrutando del camino, pero también renunciando a muchas cosas. Antes de la pandemia, tenía una visión de tipo “túnel”: totalmente focalizada en un único objetivo. Pero esta visión tenía doble cara: por un lado era la manera más rápida para obtener lo que deseaba, eliminando cualquier distracción; pero por el otro, perdió de vista otros aspectos de la vida que también son importantes.
Los objetivos son fundamentales, pero también lo son la salud, los hijos y los amigos. Por lo tanto, es imprescindible que la visión de tipo “túnel” no se transforme en una trampa: tienes que encontrar un equilibrio entre la concentración en los objetivos y la visión lateral y periférica, que te permita no perder nada importante por el camino.
De alguna manera, un período de pausa forzada como el de la pandemia puede ofrecer esta posibilidad: dar un paso atrás y darnos cuenta de que situaciones diferentes requieren comportamientos diferentes. Es fundamental tener la habilidad de ver el cuadro general de las cosas, adaptando tus planes y prioridades mientras las circunstancias cambian. Tal y como decía Bruce Lee, a veces tenemos que ser como el agua porque fluye libre y sin impedimentos, no tiene forma y se adapta inmediatamente al contenedor en el que se encuentra.