Roca dura. Acantilados. Sudor en las manos y mucho esfuerzo físico. Para muchas personas, el desafío de escalada termina aquí, y para otras es suficiente para clasificarla como una actividad de la cual hay que mantenerse alejado. "¿Quién me manda a exponerme así al peligro?", "¿qué tienen en la cabeza los que lo practican?" son algunos de los pensamientos más comunes que se asocian a esta disciplina.
La escalada requiere de un gran esfuerzo físico, pero también es mucho más. El riesgo es solo una pequeña parte de este deporte, con el que debemos lidiar desde el primer momento para seguir adelante. Puede ser que los escaladores también sean personas extraordinarias debido a su estilo de vida y aspiraciones, pero a nadie le gusta la idea de terminar mal, de una manera violenta. Siempre hay una atención obsesiva durante la preparación de un recorrido o una simple sesión de ascenso. Por supuesto, cuando hablamos de riesgo estamos muy lejos de las seguras instalaciones de interior, pero el enfoque es el mismo. Así nos lo enseñó el estadounidense Tommy Caldwell en su libro The Push, una biografía, un relato de su ascenso en solitario del monte El Capitán y una oda a la disciplina.
Para muchos, Tommy es un héroe contemporáneo. Ha batido varios récords aparentemente insuperables y ha vivido una vida libre, plena y al límite. Sin embargo, los límites de los que habla están lejos de los estereotipados de la narrativa convencional sobre el tema. Las rocas y los picos amenazantes dejan espacio para dramas existenciales, colapsos emocionales y dudas. Escalar es una lucha contra uno mismo y contra nuestro lugar en el mundo. Parece una historia que ya hemos escuchado antes, ¿verdad? Pero algo que nunca antes hemos escuchado es la historia de una persona que logra escalar una pared completamente plana con un dedo índice cortado. Es la historia de un deportista que realizó siete años de arduo trabajo para llevar a cabo su propia hazaña, y por si fuera poco, también es la historia de un aventurero de poco más de veinte años que milagrosamente logró escapar de extremistas islámicos.