En la escuela se aprenden muchos conocimientos indispensables y fundamentales para la vida, como nociones y reglas. Por ejemplo, se aprenden materias humanísticas y científicas para construir con el tiempo lo que se conoce como el bagaje cultural. Sin embargo, al crecer comprendemos que todo este conocimiento no es suficiente y que el conocimiento adquirido racionalmente debería ir acompañado del emocional.
¿Qué son las emociones?, ¿cómo se manifiestan y por qué?, ¿cuándo entran en juego? Las emociones no se estudian en la escuela, y muchas veces ni siquiera en la familia. Los más afortunados aprenden por experiencia propia, después de que los hechos de la vida los obligaron a repasar los momentos más destacados.
Las emociones se descubren (a veces por primera vez) tras una dolorosa separación, un fracaso o un despido. Lo que surge de estas experiencias negativas es que muchas veces el "sentir" está completamente separado del "saber", pero gracias a esta división del significado se genera una nueva toma de consciencia.
Gracias a las crisis, entendidas como un momento de cambio, una persona logra darles nombre a aquellas emociones que, hasta entonces y por diferentes motivos, habían permanecido ocultas.
Según Alain de Botton, la educación emocional debería ser una prioridad, porque quien entiende las emociones vive una vida plena, feliz y consciente.
Quienes conocen sus emociones saben cómo gestionarlas, y sobre todo, logran desenvolverse en los distintos ámbitos de la vida. Dicho de otra manera, saben encontrar y conservar el amor, gestionar una carrera y adaptarse a los altibajos de la trayectoria profesional, fallar sin dejarse abrumar y, sobre todo, logran levantarse convencidos de que pueden hacerlo; también saben manejar la vergüenza y la culpa que muchas veces afloran en los momentos críticos.
La educación emocional debería incorporarse como materia escolar para tener una mente más clara y pensar mejor, con el objetivo de que toda nuestra vida en su conjunto fluya mejor.
A partir de esta reflexión nació The School of Life en Londres: dos palabras que aparentemente son opuestas (escuela y vida); una expresión de esperanza y, al mismo tiempo, de provocación. El objetivo de la "Escuela de la vida" es impartir, a través del estudio sistemático, conocimientos fundamentales que generalmente se aprenden por medio de la experiencia.