En el Día Cero, una startup es un acto de fe. Es virtualmente imposible que el fundador conozca ya a sus clientes y sus necesidades en el momento del lanzamiento. Sin embargo, siguiendo el plan tradicional, muchos empresarios gastan dinero en la promoción de un producto que está basado únicamente en suposiciones.
De la misma manera se invierten tiempo y dinero en eventos de lanzamiento que, según ellos, no deberían ser pospuestos por ningún motivo. Sin embargo, darle prioridad al lanzamiento se traduce en falta de tiempo para mejorar el producto y genera una marcha forzada que niega cualquier reajuste, dando por sentado que los clientes vendrán en masa al evento. ¿Y si eso no llegara a ocurrir?A menudo, los fundadores de las startups descubren demasiado tarde que su sitio web tiene pocos visitantes, que los clientes no contribuyen al desarrollo del propio mercado a gran escala, que su producto ofrece poco valor o que el costo de distribución es demasiado alto.
Todos los que trabajan en una startup piensan que deben seguir el lema “hazlo y hazlo rápidamente”, creyendo que han sido contratados por lo que saben hacer, y no por lo que podrían aprender. Pero una startup es en realidad poco más que una serie de hipótesis, muchas de las cuales están destinadas a fracasar: vender un producto basado en estas hipótesis es en realidad la mejor manera de hundir un negocio. Una actuación inflexible llevada a cabo sin saber exactamente lo que conviene hacer, es un crimen.
Debido a que una startup es en realidad una unidad de investigación en proceso de maduración, los autores recomiendan evitar tomar prestados modelos de organización de empresas consolidadas: por ejemplo, el departamento de “ventas” en una empresa madura, conformado por un equipo de personas que venden repetidamente un producto seguro a un grupo conocido de clientes, implementando presentaciones, precios, términos y condiciones estándar. Una startup, por definición, tiene pocos o ninguno de estos elementos ya establecidos: ¡todavía los está buscando! Antes de contratar a otros empleados, debemos estar seguros de nuestro éxito, ya que en las grandes empresas el coste de un error puede llegar a significar enormes pérdidas.