Cuando se habla de boxeo, la diferencia de conocimientos entre quienes siguen este deporte y los que no es abismal. Por ejemplo, hoy en día el fútbol es un deporte mucho más popular y hasta los menos experimentados son capaces de reconocer algunas características básicas del mismo, desde las rivalidades entre ciudades y clubes, hasta las diferentes formas de jugar de las diferentes nacionalidades. El boxeo, como seguramente se podrán imaginar, es un mundo mucho más lejano, que si analizamos a fondo veremos que ofrece muchas historias de vida y metáforas sociológicas. No es casualidad que varios nombres muy conocidos de la literatura estén íntimamente ligados a esta disciplina, ya sea porque la practicaban o porque son grandes aficionados. Albert Camus y Ernest Hemingway son dos de ellos.
El boxeo moderno es solo la última "etapa evolutiva" de una disciplina con una historia milenaria a sus espaldas. Por ejemplo, los guantes de boxeo clásicos, uno de los símbolos más reconocidos, se introdujeron hace relativamente poco tiempo. A mediados de 1800 todavía se luchaba con las manos desnudas y el combate se basaba en estilos, tácticas y técnicas muy diferentes a las actuales, al igual que el contexto social que lo rodeaba era muy diferente. Todo amante del deporte sabe que las disputas históricas, los problemas socioeconómicos y las luchas de clase y étnicas se pueden reflejar en las historias de los grandes encuentros, ya que el deporte nunca es solo lo que parece.
En el boxeo, uno de los analistas más lúcidos de todos los tiempos fue el periodista Pierce Egan, famoso por una serie de artículos que escribió a principios del siglo XIX, que se publicaron en un solo volumen años después con el nombre de "Boxiana". Su trabajo ha sido una inspiración para muchas generaciones de periodistas deportivos y no deportivos, incluido Abbott Joseph Liebling, quien aprovecha el término "The Sweet Science” (La dulce ciencia), acuñado por Egan para referirse al boxeo, para dar nombre a su libro más famoso publicado por la editorial Penguin. Por lo tanto, "The Sweet Science" es un relato del desarrollo de esta disciplina en el período de posguerra en los años 50. La Segunda Guerra Mundial asestó un duro golpe al entorno profesional y las cadenas de televisión estaban revolucionando la forma en que la audiencia disfrutaba del boxeo, así como el dinero asociado a los patrocinadores, las entradas y el entorno amateur en general. Liebling fue capaz de contar con maestría cada aspecto de este cambio tan drástico, en particular a través del cambio generacional que se dió con el paso del título de peso pesado de Joe Louis, al emergente Rocky Marciano.
Según el punto de vista del periodista, el boxeo se convierte en una historia de rivalidades individuales, disciplina, luchas raciales, emancipación, salida de la pobreza y compromiso mutuo entre los luchadores y el público. Su escritura es apasionante y está llena de referencias literarias y mitológicas, con una complejidad de contenido que solo la vieja escuela del periodismo podía producir. Tal vez porque la exaltación del pasado es otro aspecto que Liebling pretendía eliminar. De hecho, lo que quería era transmitir el encanto del paso del tiempo, poniendo como ejemplo la imposibilidad de comparar a deportistas de distintas épocas históricas.