Es una guerra cultural, no armada, cuyo objetivo es derribar los cimientos de esa civilización que ha permitido que Occidente sea lo que es hoy. Es una guerra que ataca el pasado y el presente del mundo occidental, lo que hace peligrar su futuro. Cualquier cosa, buena o mala, es ridiculizada en nombre de una mayor equidad, la eliminación del racismo y la restauración de la verdadera justicia. Sin embargo, según Douglas Murray, el significado de estas palabras, dichas por quienes fomentan esta guerra contra Occidente, es exactamente lo opuesto: privilegio, racismo y venganza. A Occidente (más específicamente Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia) se le imputa una deuda con el resto del mundo. Una deuda que Occidente debe pagar por lo que ha hecho en el pasado, sobre todo durante la era colonial.
Un ejemplo sencillo de lo que significa tener esta deuda está relacionado con el tema de los flujos migratorios, ya que solo a los países occidentales se les pide que acojan a las personas que, con razón, dejan atrás condiciones de vida insostenibles en busca de un futuro mejor. No hacerlo significaría perder el respeto de todo el mundo, pero hacerlo sin un límite implicaría alterar sustancialmente la conformación demográfica de un país. No nos referimos a las implicaciones éticas de tal apertura o al cambio demográfico de un país. Lo que Douglas Murray intenta señalar es que Occidente tiene una obligación de acoger personas que ningún otro país tiene.
Incluso las métricas por las que se juzga a Occidente se aplican solo a este, y a ninguna otra región. Por ejemplo, no hay movimientos de boicot contra China, a pesar de sus abusos y de los frecuentes episodios en los que las evidentes violaciones de los derechos humanos inalienables están a la vista de todos. Por lo tanto, para quienes llevan a cabo esta guerra cultural el problema es Occidente como tal, y la única solución es hacerlo desaparecer. Hay muchas formas de juzgar a Occidente, incluyendo: la propaganda a través de los medios de comunicación, los cambios en el sistema educativo desde los años preescolares, y los actos gubernamentales cuyo fin es combatir lo que se denomina "racismo sistémico".