Cambiar positivamente puede ser más fácil y divertido de lo que creemos, pero para ello es fundamental que nos concentremos en tres actitudes básicas: dejar de juzgarnos, evaluar bien nuestras aspiraciones dividiéndolas en elementos "más pequeños" y aceptar los errores como descubrimientos que utilizaremos para seguir adelante.
La mejor forma de cambiar es haciéndolo. Para ello, es fundamental que cuando cambiamos nuestra rutina nos sintamos mejor, y no peor. No es necesario tener una voluntad excepcional sobre lo que queremos hacer, y mucho menos un tiempo mínimo que tenga que transcurrir para lograr el cambio. No hay presiones, solo la necesidad de rediseñar nuestra conducta. Crear hábitos positivos dando pequeños pasos simples es el comienzo de un camino que nos permitirá lograr cambios mucho mayores. La esencia del método, que podemos definir como el de los "pequeños hábitos", es simple. Solo tenemos que analizar el comportamiento que queremos introducir en nuestros hábitos y hacerlo "más pequeño" simplificándolo y dividiéndolo en pasos más sencillos. De esta forma, le daremos un lugar en nuestra vida y lo cultivaremos hasta que crezca.
Para generar un cambio a largo plazo tan solo necesitamos comenzar con un pequeño gesto, ya que de esta forma nos moveremos más rápido y empezaremos de inmediato. Entonces, estaremos lidiando con un método más seguro que el de lanzarnos al vacío. Un buen ejemplo para incorporar un hábito positivo a nuestra vida es comenzar cada día repitiéndonos que "será un día hermoso, al menos de alguna forma". La parte final de la oración es más tranquilizadora, se adapta mejor a la realidad y la viabilidad de las cosas, y cuando la repetimos nos transmite calma y estabilidad. Empezar "desde abajo" significa ser capaces de transformar los pequeños hábitos (que pueden volverse grandes) de una forma más sencilla que los cambios muy grandes, que son más difíciles de gestionar.