En 2008, el gigante financiero Lehman Brothers se declaró en quiebra. El 15 de septiembre, cuando presentó una solicitud de admisión al Capítulo 11, una norma de la ley de quiebras de Estados Unidos que permite que las empresas se reestructuren tras una gran crisis financiera, su deuda ascendía a 613.000 millones de dólares.
La quiebra de Lehman Brothers tuvo repercusiones en todo el mundo y provocó el colapso de la industria de intermediación financiera. En menos de dieciocho meses, Wall Street había pasado de vivir su "Década de Oro" a estar al borde de un desastre histórico. Trillones de dólares se habían esfumado y el panorama financiero había cambiado por completo, lo que había destruido la idea de una nueva era de ganancias de bajo riesgo y de la ingeniería financiera al estilo americano del "patrón oro" global.
En orden de tamaño, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Merrill Lynch, Lehman Brothers y Bear Stearns eran las Big Five, las cinco grandes firmas de intermediación financiera, que en 2006 registraron un total de 265.000 millones de dólares en utilidades. Era una nueva generación de riqueza que no se veía desde los años 80. En 2007, los trabajadores financieros ganaron un total de 53 mil millones de dólares, de los cuales 20 mil millones fueron para Goldman Sachs, que era el principal corredor cuando la crisis estalló. De hecho, el director ejecutivo de la compañía, Lloyd Blankfein, ese año se llevó a casa nada más y nada menos que 68 millones de dólares.
Estos resultados extraordinarios fueron posibles gracias a que la deuda se mantenía en un alocado promedio de 30 a 1. El método de las Cinco Grandes se basaba en el leverage o apalancamiento, mediante el cual aumentaba su exposición a través de préstamos cruzados, la reinversión en operaciones de alto riesgo y la obtención de ganancias sobre el diferencial entre los intereses de la deuda y los intereses del capital prestado o invertido. Cuando funcionaba, esta estrategia era espectacular ya que validó modelos industriales complejos y generó ganancias récord, pero cuando dejó de funcionar, el resultado fue catastrófico.
En 2007, durante el apogeo de la burbuja económica, el sector de servicios financieros era una máquina de creación de riqueza. Los productos financieros, incluyendo una nueva gama de acciones tan complejas que incluso muchos directores ejecutivos no las entendían, eran una fuerza impulsora creciente de la economía estadounidense. La industria hipotecaria era un elemento de gran relevancia en este sistema, ya que proporcionaba los préstamos necesarios para las complejas creaciones de Wall Street, que luego eran reelaboradas y luego revendidas en todo el mundo. Las hipotecas se "titulizaban": en lugar de tener un préstamo por cuenta propia, los bancos lo dividían en partes y las vendían a los inversores, por lo que cobraban enormes comisiones.
Fueron años de gran aceleración para Fannie Mae (Asociación Federal Nacional Hipotecaria) y Freddie Mac dos empresas hipotecarias privadas que siempre habían tenido una línea de crédito por parte del gobierno de Estados Unidos para que los ciudadanos con menos recursos pudieran obtener préstamos a bajo costo para comprar su primera casa. Estas dos empresas no financiaban directamente a los ciudadanos, sino que compraban hipotecas a los bancos. Durante el boom inmobiliario, los grandes bancos compraron toneladas de bienes respaldados por hipotecas, y estaban convencidos de que este sistema diluía e incluso eliminaba el riesgo. Entre 2000 y 2006, se generaron las condiciones para la burbuja inmobiliaria. Los bancos otorgaban préstamos hipotecarios prácticamente a cualquier persona y, como resultado, los precios de las viviendas se dispararon y la gente común se volvió especuladora.