Vivimos en la época de la tecnología, y el mundo que nos rodea así lo demuestra: miremos donde miremos presenciamos los profundos cambios que el progreso tecnológico ha provocado en los últimos veinte años.
Pero en 2018 el mundo de la tecnología sufrió una fuerte sacudida. Entre noticias de manipulación de la información durante las campañas electorales, fugas y robos de datos y aplicaciones que recopilaban datos personales de los usuarios, las grandes empresas de tecnología se encontraron sorpresivamente en el epicentro de un verdadero terremoto.
Esta fue la demostración de que la tecnología, motor de grandes cambios en las últimas décadas, amenaza con convertirse en algo que asusta a la gente si se usa con metas poco nobles.
La tecnología nos ofrece posibilidades nunca vistas hasta ahora, y no solo cuenta con el potencial de hacer nuestra vida más cómoda y segura, sino también de resolver algunos de los problemas que desde hace décadas afectan a nuestra sociedad y a nuestro planeta.
El panorama mundial está cambiando y provoca que el rol de las grandes empresas esté sufriendo una profunda transformación. Una empresa ya no puede ser solo una máquina que genere beneficios, sino que debe ejercer un papel primordial dentro de nuestra sociedad que nadie más, ni los gobiernos ni los particulares, puede desempeñar.
Nuestras empresas deben abandonar la visión binaria que les ha acompañado hasta ahora: ya no se trata solo de elegir entre beneficios o esfuerzos para mejorar el mundo. El éxito de una empresa proviene, ahora más que nunca, de su capacidad de hacer el bien.
Ha comenzado una nueva era y tenemos que estar listos para el cambio si queremos sobrevivir.