Unsettled

Estudiar el clima significa estudiar la atmósfera, el océano, la criósfera y la biósfera. 

La meteorología y el clima no son lo mismo. Un proverbio de principios del siglo XX explica bien esta diferencia: “el clima es lo que esperas, el pronóstico es lo que obtienes”. Para comprender mejor esta diferencia, pensemos que una persona se muda de Wisconsin al sur de Arizona. El conocimiento sobre el clima de las dos zonas la llevará a instalar un aire acondicionado en su hogar, en lugar de un sistema de calefacción, y a preferir las plantas suculentas en lugar de las que requieren mucho riego. Sin embargo, sus conocimientos sobre el clima no le ayudarán a saber cuándo deberá llevar un paraguas. Para eso está el pronóstico del tiempo, que varía constantemente, de manera más o menos predecible. Hay cambios a lo largo del día, de un día para otro, en cada estación, e incluso de un año a otro. En cambio, el clima de una localidad es el promedio de los datos de fenómenos meteorológicos que ocurrieron en ese lugar durante décadas.

Por lo tanto, el clima no varía tan rápido como el tiempo, sino que cambia mucho más lentamente, y a veces las variaciones son muy pequeñas. Además, el clima es diferente de un lugar a otro, dependiendo de algunos factores como la latitud (los polos son más fríos), la altitud (hace más frío en las montañas), la proximidad al agua y la influencia de las corrientes oceánicas. A esto hay que añadir la presencia (o ausencia) de aglomeraciones urbanas y su tamaño, ya que son variables que pueden dar lugar a un cambio climático localizado.